...

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s/t
Me parezco a todo aquello que no esperas,
desencuentro, silencio, desamparo
o un poco menos.
Y sé que piensas que no te quiero
porque cruzas la calle sin mi mano,
y acosas el reloj con tu mirada si no aparezco.
Quizás soy más parecido a los absurdos
inevitables de tus sueños;
Un ser místico lleno de contrariedades.
Te había advertido antes,
cuando hablé de la maldita encrucijada,
de los gnomos en mi bosque,
y mis frecuentes vendavales.
Te había advertido antes,
desde la primera vez que me abrazaste
y echamos a la mar este velero,
desde aquel beso tras la puerta.
Entonces,
no me culpes de los grises del invierno,
de cruzar sin mi mano la avenida,
de la poca fuerza de este viento que nos mueve;
no me culpes de lo breve y de la ausencia,
de llegar a ti desnudo y sin remos
porque quisiera bajar el sol hasta sus dedos,
estacionar en ti la primavera.
No me pongas en ese altar inmerecido,
y entiende que a ti vuelvo aunque me tarde…
y aunque me parezca a todo aquello que no esperas.

Carlos Joel




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