...

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El ciclo de la rosa
¿Cómo le pido a la rosa que no florezca?
Ella no sabe que no es eterna.
Su belleza deslumbrante
la pagará con un lento final.
Su perfume caro
se tornará en el aroma de la muerte.
El sol, que antes la llenaba de vitalidad,
secará minuciosamente cada gota de su piel
hasta deshidratarla por completo.
Su luz se apagará,
y cada pétalo, teñido por el tiempo,
caerá gravemente al suelo,
entonces, el viento lo guiará hasta su tumba.

¿Pero no es la rosa más libre que nosotras?
Ignorante y sabia al mismo tiempo,
no le teme al hoy ni al mañana;
es en plenitud y no se disculpará.
No llorará ella si no nosotras por su muerte,
pues el duelo es un capricho humano,
inútil para las flores,
que no se aferran a lo temporal.
El cadáver de la rosa dará vida a la siguiente,
celebrando así la trascendencia natural.