...

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Tiempo
Las afiladas agujas
segan la esfera desnuda,
degollan la medianoche.
Y aceleran, se lo llevan.
Se lo llevan todo.
Se va entre mis dedos la arena,
se asfixian los últimos granos
que esperan a ser derramados,
a desangrarse por el cuello del reloj.

En nada se queda tu anhelo,
y tus años, y tus culpas.
En piedras acaban tus templos.
Y tus gritos, en silencio.
Se desgarran y retumba,
tiembla un segundo y se esfuma.

Y todo pasa, y todo vuelve.
Y todo suena, y enmudece.
Y brilla y llora y languidece.
Todo desaparece.

Polvo somos y al polvo volvemos.
Hoy sonríes, mañana marchas.
Hoy refulges, mañana sangras.
Un día estás, mil años faltas.
Por mañana aguardo temiendo.
Y todo pasa y todo muere,
y todos pasamos muriendo.

¿A qué espero? ¿Qué me queda?
Si todo es derramar tiempo.
Él lo trae y él se lo lleva.
De él nace, en él se queda.
Y nunca, nunca, ha sido nuestro.

© La Octava Pléyade