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El Rey Hechicero - Poemas de Nailias
Cada segundo de crueldad que respiro;
me llena de odio,
me llena de ansiad...
Que se haga mi voluntad,
yo lo ordeno y así sera
soy el brujo del norte
aquel que engañó a los dioses,
yo soy el progreso
¡yo soy la victotia!
Cada segundo de crueldad que respiramos,
fuera de mi dominio
un infierno de vanidad;
sueños rotos y desesperanza
falsas promesas y yo soy la verdader;
yo nunca te mentiría,
cada,
segundo,
que el tiempo avanza;
alma mecánica,
fuego y fuego y fuego
fuego azul y mar de vapor;
Que se haga mi voluntad,
en esta isla de podredumbre desaforada,
en esta isla vacía de ambiciones,
en esta isla nacerá mi prole.
No derrames lagrimas no perecerás,
si mi voluntad pervive será
sacrificio válido,
todos morirán,
todos amarán a su nuevo amo;
las esencias de los arcontes
polvo en mis manos;
fuego y gloria
¡yo soy la victotia!
la verde tierra de Nailo quemaré,
y ni el rey Ölin,
ni el sucio Logrann
tendrán oportunidad.
Cada segundo de crueldad que respiro,
atrapado tras estos barrotes firmes,
lejos de mis deseos,
es un segundo de pura rabia;
espero y espero,
hija mía Lania,
que cuando llegue a la tierra arboleada
no te olvides de quién forjó tu alma.
© León de León
me llena de odio,
me llena de ansiad...
Que se haga mi voluntad,
yo lo ordeno y así sera
soy el brujo del norte
aquel que engañó a los dioses,
yo soy el progreso
¡yo soy la victotia!
Cada segundo de crueldad que respiramos,
fuera de mi dominio
un infierno de vanidad;
sueños rotos y desesperanza
falsas promesas y yo soy la verdader;
yo nunca te mentiría,
cada,
segundo,
que el tiempo avanza;
alma mecánica,
fuego y fuego y fuego
fuego azul y mar de vapor;
Que se haga mi voluntad,
en esta isla de podredumbre desaforada,
en esta isla vacía de ambiciones,
en esta isla nacerá mi prole.
No derrames lagrimas no perecerás,
si mi voluntad pervive será
sacrificio válido,
todos morirán,
todos amarán a su nuevo amo;
las esencias de los arcontes
polvo en mis manos;
fuego y gloria
¡yo soy la victotia!
la verde tierra de Nailo quemaré,
y ni el rey Ölin,
ni el sucio Logrann
tendrán oportunidad.
Cada segundo de crueldad que respiro,
atrapado tras estos barrotes firmes,
lejos de mis deseos,
es un segundo de pura rabia;
espero y espero,
hija mía Lania,
que cuando llegue a la tierra arboleada
no te olvides de quién forjó tu alma.
© León de León
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