No voy a dejarte
En la penumbra de mis pensamientos, el eco de tus palabras resuena como un suspiro atrapado en el viento. No puedo escapar de este sentimiento que me consume, que se aferra a mi alma como una sombra inquebrantable.
Recuerdo cada momento compartido, cada risa, cada mirada furtiva. Fuiste como un huracán que arrasó mi mundo, dejando a su paso un rastro de deseo y anhelo. Y aunque sé que no debería, sigo pensando en retroceder, en volver a esos días en los que éramos más que palabras.
Pero tú, con tu sonrisa insidiosa y tus ojos que prometen el paraíso, sigues robando corazones sin mirar atrás. Eres un enigma, una contradicción que me atrae y me repele al mismo tiempo. ¿Por qué sigues en mi mente, como un tatuaje imborrable?
Estoy dispuesto a todo por ti. A cruzar océanos, a escalar montañas, a desafiar al tiempo mismo. Enamórate de mí, sígueme en esta locura que nos consume. No quiero juegos ni medias verdades. Quiero tu corazón, tu alma desnuda.
Así que, cariño, por favor, no te vayas. Porque nunca te voy a dejar. Aunque el mundo se desmorone, aunque las estrellas caigan del cielo, yo estaré aquí, esperando. Porque este sentimiento, este amor que no desaparecerá, es más fuerte que cualquier obstáculo.
Y así, en la penumbra de mis pensamientos, seguiré aferrándome a ti, como un náufrago a la deriva, buscando refugio en el faro de tu mirada.
© Ronald Iriarte
Recuerdo cada momento compartido, cada risa, cada mirada furtiva. Fuiste como un huracán que arrasó mi mundo, dejando a su paso un rastro de deseo y anhelo. Y aunque sé que no debería, sigo pensando en retroceder, en volver a esos días en los que éramos más que palabras.
Pero tú, con tu sonrisa insidiosa y tus ojos que prometen el paraíso, sigues robando corazones sin mirar atrás. Eres un enigma, una contradicción que me atrae y me repele al mismo tiempo. ¿Por qué sigues en mi mente, como un tatuaje imborrable?
Estoy dispuesto a todo por ti. A cruzar océanos, a escalar montañas, a desafiar al tiempo mismo. Enamórate de mí, sígueme en esta locura que nos consume. No quiero juegos ni medias verdades. Quiero tu corazón, tu alma desnuda.
Así que, cariño, por favor, no te vayas. Porque nunca te voy a dejar. Aunque el mundo se desmorone, aunque las estrellas caigan del cielo, yo estaré aquí, esperando. Porque este sentimiento, este amor que no desaparecerá, es más fuerte que cualquier obstáculo.
Y así, en la penumbra de mis pensamientos, seguiré aferrándome a ti, como un náufrago a la deriva, buscando refugio en el faro de tu mirada.
© Ronald Iriarte