...

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s/t

Con el preludio del silbato de un cartero,
-el breve saludo-
para cumplir con las normas,
la sonrisa suave, cordial,
pero nada, nada llega a mi nombre.
y doy la espalda otra vez hacia el refugio
en dónde aguardo esa última estocada de silencios tuyos,
y un descolorido correo rosa que ha perdido el vuelo.
Suelo ser yo quien escribe las cartas,
y el que remite las palabras que tú ya no devuelves,
la hoja marcada, casi inservible,
el poema que nace cadáver;
la mitad sin esa mitad que tú me enseñabas,
el ermitaño que insiste en cambiar el agua del jarrón de las flores.
El buzón nunca me habla.


Carlos Joel
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