...

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Testigo y cómplice
Teniéndolo tan cerca
el burbujeo de mi sangre
me embriagaba
y me deshacía
en un charco de deseos
ante el suave murmullo
de su voz.
Trémula mi voluntad,
mis rodillas emancipadas,
tomaban desiciones
que podría sensurar
mi otro yo.
El ansia por su toque
casi me desesperaba,
contrayendo mis entrañas
en delicioso dolor;
anticipando el placer
me estremecía sofocada,
arrastrandome jadeante
al laberinto de pasión.
Vencida en una guerra
sin presentar batalla,
con un vaivén de caderas
deleitando mi interior,
suplicante por más
sus nalgas rasguñaba,
mi cuerpo doblegado,
fue víctima y posesión.

Entonces desperté
sintiéndome observada
él frente a mi,
- adivinando -
sonriendo conocedor,
el retumbar de mis latidos
ensordeciendo mi falta
haciéndolo testigo
y culpándolo cómplice
de mi ilusión.


© yisetclavel