El unánime secreto de un lago de música, un lago donde la luna sueña y demora, tranquila y serena, su propio paso por la inmensidad de la noche, y un secreto, o un delirio, que, como un dulce beso de amor, suele colarse por el bisel de luz intensa donde el tiempo siempre advierte un suspiro. Y es que, a todas estas, también un sueño desordena al tiempo, o al menos eso dicen por ahí, pero luego se reordena en la mística geometría de su hermoso cabello ondulado y azabache. El cabello de una bellísima chica de eficaz sonrisa. Y es que también, a esta hora, el suave rocío de la mañana, la azulada tranquilidad del cielo, el pulso del océano reconciliándose con la brisa, y el ritmo de esas miradas que se entienden y captan todo lo esencial de sí mismas sin ninguna palabra de por medio. La comunicación sin palabras es, en concreto, el unánime secreto de aquel lago de música.
© Miguel Ángel Guerrero Ramos