...

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#44: CURVA
Yo me maté en esa delgada curva.
Me embriagué entre su beso y la danza de su lengua caramelizada.
Me dirigí a un destino sin retorno.
Aprisioné su aliento contra mi pecho.
Juro ante el banquillo de los acusados que sabía que podía salir dañada.
Y preferí atravesar el portal entre las dudas y las ganas.
Me enamoré como nunca pensé.
Esa maldita curva me trajo a la vida.
Y aún así me morí.
Mi garganta se ahogó en palabras que no supe decir.
Y el desborde fue una catarata de lágrimas escurriendo por mi barbilla.
Me volví una extranjera en una tierra que creía conocida.
Y entendí que no importaba lo que haga.
Sería nómade, moriría por un trozo de hogar que no me juzgara.
Abrí los ojos y estabas del otro lado.
Allí donde todos me señalan como una pieza de circo.
El reflector me apuntó directo a las pupilas.
Me quema, me arde.
De nuevo la tristeza.
El dolor, fruta madura de atracción.
Este es mi crímen y mi condena:
Ser un museo lleno de letras.
Enamorada de aquél que también de alguna manera se aleja.
Y yo me maté en aquella curva que me devolvió a la vida para que yo me aniquilara.
Para que el rastro de la melancolía nunca se fuera.
Las alas cortadas.
Muchacha mutilada por su propio sentimiento.
Me entrego a mi propio olvido.


© Emilia R.B