Las calles rebosantes de luz al medio día, los automóviles y buses avanzan frente a mi con un movimiento lento y rompiendo el silencio, siguen avanzando como con tristeza, las personas que caminando cruzan en todas direcciones y se pierden tras una esquina.

La ceniza del cigarrillo sostenido hace un tiempo sin caer aun, espera únicamente una ligera brisa que le haga desprenderse, mientras me encuentro absorto viendo las nebulosas de humo como suben y bailan en el aire, cambiantes a cada instante, nuevas formas aparecen de color gris espesas y suaves, danzando en el silencio y desapareciendo para siempre.

El sol del verano baña la ciudad con una brillante melancolía y una lagrima densa y cristalina, recorre mi mejilla, corriendo hasta el acantilado de mi mandíbula y precipitandose al aire para caer al pavimento tibio como escapando de la tristeza.

El tiempo pasa con una extraña lentitud, cuando se le ve con ojos tristes, mientras en el resto del mundo todo transcurre a una velocidad apabullante.
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