En penumbra, una fría y tenebrosa belleza resplandece. La oscuridad presente me adormece y llaman a las bestias del infinito.

Posee mi mente en fantasía ante desquiciada imaginación, aquel híbrido azabache de ojos amarillos.

Su sublime voz, seductora y peligrosa me hipnotiza, arde en mis oídos las órdenes: «Ven», susurra, extendiendo su mano para que pueda alcanzarlo.

Canino por la neblina y su figura en dirección a mi cuello. Tengo miedo, sé que pronto dolerá.
Los cristales de andradita y zafiro cortan...