- Eros -
Somos perversos,
más que un tanto lascivos.
Nadie lo sabe, y eso nos excita aún más.
Pues de esa forma alimentamos
nuestro deseo entre la gente,
con nuestras miradas intercambiamos
propuestas desenfrenadas
en las cuales el rojo predomina.
Tú, con el deseo de ser buena sumisa,
yo, con la idea de ser tu amo.
trago saliva, muerdes tus labios.
en puño mi mano,
imaginas que sujeto la correa.
mueves tu rostro en esa dirección...
Mi oficina, donde quieres ser mía,
donde ahogaré tus gritos,
esos gemidos al sentir ese plug,
al incendiar tu cuerpo con mis manos
nalgueando tu perfecto culo.
Mira esa vista,
la ciudad luce perfecta
con el reflejo de tu rostro
sacando la lengua,
De mi cuerpo detrás del tuyo,
sudando de placer,
estrellando mi lujuria con la tuya.
bañándome en la humedad
de tu exquisito clímax.
Nadie, solos tú y yo,
conocemos la historia
detrás de nuestras mortales vidas.
- Mirlo -
© La Jaula del Mirlo
más que un tanto lascivos.
Nadie lo sabe, y eso nos excita aún más.
Pues de esa forma alimentamos
nuestro deseo entre la gente,
con nuestras miradas intercambiamos
propuestas desenfrenadas
en las cuales el rojo predomina.
Tú, con el deseo de ser buena sumisa,
yo, con la idea de ser tu amo.
trago saliva, muerdes tus labios.
en puño mi mano,
imaginas que sujeto la correa.
mueves tu rostro en esa dirección...
Mi oficina, donde quieres ser mía,
donde ahogaré tus gritos,
esos gemidos al sentir ese plug,
al incendiar tu cuerpo con mis manos
nalgueando tu perfecto culo.
Mira esa vista,
la ciudad luce perfecta
con el reflejo de tu rostro
sacando la lengua,
De mi cuerpo detrás del tuyo,
sudando de placer,
estrellando mi lujuria con la tuya.
bañándome en la humedad
de tu exquisito clímax.
Nadie, solos tú y yo,
conocemos la historia
detrás de nuestras mortales vidas.
- Mirlo -
© La Jaula del Mirlo