En el rincón oscuro de mi mente,
Se encuentra la tragedia persistente,
Una historia que narra el triste final,
De amantes que se entregaron sin igual.

El amor, que fue su dulce néctar,
Se convierte en veneno sin cesar,
Y entre sus brazos, sin remedio alguno,
Encuentran su muerte bajo el sombrío ayuno.

En el reflejo de sus ojos fatigados,
Se esconde el recuerdo de amores desgastados,
Un canto melancólico de despedida,
Que se eleva en el silencio de la herida.

Dos almas que se encontraron sofocadas,
En un laberinto de promesas desgastadas,
Se amaron con pasión y sin medida,
Pero en su vorágine, la muerte se deslizaba.

El falso velo de la eternidad querían romper,
Pero solo lograron sus almas encadenar,
Las lágrimas de desesperanza brotaban,
Mientras sus cuerpos languidecían y apagaban.

La sombra de la muerte teñía el aire,
Y en su abrazo desgarrador perdían la fe,
No quedaba nada más que un suspiro,
Mientras el amor se marchitaba sin respiro.

En el adiós de aquel trágico final,
La esperanza desvaneció sin aviso mortal,
Y entre susurros de ternura y dolor,
Dejaron el mundo y su amor sin color.

Muerte por amor, cruel y despiadada,
Que arrebatas almas enamoradas,
Deja que las lágrimas de su pena,
Se fundan en el viento y se pierdan en la arena.

En cada corazón que ha amado con fervor,
Deja tu huella de dolor y desamor,
Pero también enseña, con tu siniestro rostro,
Que el amor verdadero, nunca ha de ser un destrozo.
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