Nació en el vacío,
inició en su ocio,
un dolor que osciló.
Rocío las lágrimas y
anunció su trágica muerte,
agonizó por la traición,
permaneció a su suerte
he inerte apreció.
Asoció el menosprecio que
acarició su alma y
junto a la nada en
calma, ella floreció.

Falleció el amor que
careció de significado,
estremeció al cielo sus
pétalos terciopelados,
enmudeció a los ángeles y
renació en el infierno,
endureció su tallo para que
no lo quiebre el viento y
en silencio ardió,
amaneció en el alba
que Satanás le prometió.

Negoció su escencia,
el alma sentenció,
padeció tristeza entre
líricas perfectas para
conquistar algún corazón,
prevaleció en sus mejillas
la lava que erupcionaba y
al final del cuento renunció.

¡Entendió!

Obedeció a los demonios que
con ella habitaban y
se aferro al odio
olvidándose del amor,
mereció que la adoren y
cuiden de ella.
¡Bella flor singular que al final murió!
Agradeció al destino que
no era el momento indicado y
junto a la soledad embarcó,
arrastro su dulzura,
su sensibilidad perdió.

La luna la meció,
alejándola del sol,
las estrellas fugaces
lloran su partida hoy,
quizás algun día la
amen como mereció,
mientras tanto entre cenizas,
exhala el veneno
que fué su perdición,
adicción por sueños rotos y
sollozos de desilusión.

¡Bella flor singular brilla en el tormento!

Entre nebulosas y
prosas que serán
recordadas con el tiempo,
en tinieblas con nieblas
que esconden tu vulnerabilidad,
serás invisible por ahora,
algún amor has de encontrar,
que comprenda y no desprecié lo
que puedas brindar,
no te deje sola cuando has de llorar,
en el abismo crecerá.

Creerás que no fue en vano
tu miserable sensibilidad,
lo que obsequiaste
por haber amado mucho más,
siempre un triunfo será
aunque seas peculiar habrá que hilar,
los hilos del universo han de hilvanar y
tu vivirás hasta la eternidad.
Tu trinidad,
raíces cíclicas de
marices cambiantes,
emociones intensas;
dudas fulminantes;
tienes el arte que corre por tus venas y
tu tinta vencida trazara
este decadente poema.

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