...

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Temporada
Un cielo se viste
de tul ceniciento
y gotas de algodón
escurren el silencio
que disloca la razón.
Y si el aire anilla
su propio cabello,
será este el velo
de vaporosos rizos
que se desvive
sobre sus mejillas
y piel de cuarzo.

Con ojos almendrados,
versos de tinte grueso
y silueta pedregosa
presencia un nuevo
mes de hojas caídas.
El verano longevo
y canoso, renuncia
al ferviente deseo
de aclarar las ojeras
de un sol desvelado.
Así, con moño de oro
adorna su derrota.

Suspira y distiende
su aliento a canela
sobre los charcos
de agua ocre siena
y hojas a la deriva.
Pero el árbol entiende
el acento extranjero
del cielo viajero
con pies descalzos.
Y las flores se despiden
de las hojas que esbozan
arrugas sobre la copa.

Cielo castaño
de acento familiar
y origen lejano.
Nuevo sol alado
de cenizas y plomo
que con su vela
la lluvia presagia,
y derrama su cera,
sobre la madera pálida.
Son las sábanas del otoño
frunciendo las cejas
de la luz cobriza.

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