...

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Bocanadas vomitivas
Los proyectiles de mis pensamientos podridos bucean en la conciencia,
pero de cierta manera sé
cuando esto ha de emerger.
Los fusiles de insuficiencia
fusilan y oscilan mis sentidos.
Los frutos prohibidos de la traición
he tenido que comer.
Me senté en su putrefacta mesa;
una última cena donde
comienza mi travesía y arderé.

Un perpetuo disgusto
de fragmentos repugnantes.
No obstante, algunas letras fallecidas
se han de converger.
La piel se eriza;
inhalo las cenizas.
Bocanadas vomitivas;
plegarias sucesivas.
Los malditos folios roídos
que con odio habrá que romper
con llanto e ira.

¿Cuánta aflicción almacena este penoso corazón sometido?
Ahora que lo pienso...
¡Quizás me lo he merecido!

El cobijo más cálido
fueron nítidos recuerdos
con los que aún lidio.
Ellos me penalizan;
me paralizan,
aterrizan en mi piel de hielo,
y simbolizan la memoria que me atemoriza.
Qué trazado lento...
El augurio del olvido me invade.
Siento que me alivia el imaginar y
quiero tragarme la llave.
Un tesoro escondido.
¿Dónde estará?
Nadie sabe.
¿Será verdad que la savia que elijo
ya no cura lo acontecido?
Y...
¿La desazón se volvió inmortal?
Las ráfagas de sombras continuarán,
donde el mal me atormenta.
Voy en cámara lenta,...