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Último mensaje, desde las cercanías de Antares
#EnigmaticUniverse
Los que hemos sobrevivido al accidente sabemos que no regresaremos. Es imposible.
Toda esta empresa fue un esfuerzo estéril, pues cada uno de los mundos que pisamos no son más que pedruscos, innegablemente bellos, pero inhóspitos, o muy fríos o demasiado calientes como para que nosotros o cualquiera de las especies que trajimos con nosotros prosperen.
Nuestros cálculos y observaciones no nos acercaron lo suficiente a la realidad de este lugar, en mucho nos equivocamos y mucho de lo que vieron los pioneros lo omitieron o lo adornaron, tal vez para mantener la voluntad de seguir explorando, de seguir esperando un golpe de suerte. Desde aquí , ya casi sin recursos, y con ningún chance de sobrevivir, tenemos la certeza de que estuvimos persiguiendo a un sueño vaporoso, esa gran esperanza de encontrar otra tierra para continuar nuestra existencia ha tropezado, como siempre, y esta vez de forma catastrófica, con la indolencia de la naturaleza. La realidad no cede a nuestras esperanzas, más bien es tirana con ellas: las quiebra y las arroja a nuestros pies.

No hay nada para nosotros en estas lejanías. Ya debemos todos afrontar nuestros errores y sus consecuencias. Hemos arruinado nuestra casa, y ya poco puede hacer nuestra técnica, y nuestra tecnología, en la que pusimos toda nuestra fé, obnubilados por un optimismo ingenuo, sólo nos llevó al fracaso.

El universo es inerte y tiende siempre a ser inerte. La vida, esa pequeña porción que se resiste a ser engullida por esa inmensidad muerta, seguramente persistirá, pero nosotros no. Debemos aceptar eso.
Debemos despojarnos de nuestra soberbia disfrazada de sed de exploración; la grandeza de nuestras proezas ha llegado a su límite, e intentar franquearlo es señal de estupidez y ceguera. En nuestro afán de dominación hemos hecho mucho daño; sometimos al mar, a la tierra y a sus criaturas, y quisimos aún más y vinimos a estas soledades infinitas que nos mostraron que estamos confinados y que nuestros esfuerzos son vanos.

Por eso desde aquí les advertimos: no vengan no gasten lo poco que queda, pues no hallaremos otro hogar. Procuren, mientras puedan, hacer más acogedoras esas ruinas que son el mundo, al cual nosotros deseamos volver, pero no podemos.

© Mauricio Arias correa