En la penumbra de un apagón,
el miedo acecha, sombra y razón,
enfermedades que desgastan el alma,
dolor que grita, pero hay una calma.

Una prenda ajustada, sin compasión,
nos recuerda que a veces falta conexión,
la vida a veces se aferra a lo que no encaja,
y en el desasosiego, la esperanza trabaja.

Una carta no enviada, guardada en el pecho,
palabras perdidas en un susurro estrecho,
anhelos que flotan, sueños que huyen,
pero el amor persiste, aunque a veces huye.

No importa si el anillo no llega a tu mano,
la vida se extiende, aún en lo insano,
cada paso incierto, cada caída,
teje un nuevo camino, da forma a la vida.

Así, en el miedo, el dolor y el anhelo,
surge la luz de un nuevo destello,
pues aunque el destino juegue a su fin,
siempre hay un mañana, siempre hay un jardín.



© All Rights Reserved