...

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Escritos.
Los vigilantes que me atormentan en mis tardes más honestas nunca entenderán la grandeza que invocan mis escritos,
Se quedaran callados cuando todos se inunden en su poca dedicación,
mis secretos me ayudarán a flotar sobre la desdicha popular,
al menos hay algo que guardar cuando todo es compartido y perdido a causa del alma superficial.
A caso ellos se salvarán de mi lujuria interpretada en lineas ingeniosas y prosas poderosas,
las cuales son resultado de mi alcoholismo a la tragedia,
y a mi adicción a los dolores que no puede explicar la ciencia.
Mi suerte esta echada, y en las paredes de mi encierro me perderé escribiendo todos mis anhelos;
nadie me podrá sacar de mi castillo adornado delicadamente por la metafora plasmada en mi memoria mortal,
y ningún desastre natural podrá quitarme la inspiración que evoca mi alma a cambio de respirar.
Mi sangre envenenada con tinta, mi ceguera iniciada por las noches en vela escribiendo sobre mis eternas tristezas, mi furia marcada por la fuerza con la que describía a la humanidad enamorada de la pereza, los labios rotos de la hoja de lo tanto que cambié los deseos que nunca veré nacer.
Que la miseria nunca alcance a los escritores apasionados y bien pagados por el orgullo sin pecados.
© marsea