Retrato
Es viejo ya pero sigue preso de las pasiones impetuosas de su juventud, es él mismo la paradoja de querer más cuando el cuerpo puede cada vez menos. Gusta de llenarse la porra de marihuana y andar culiando con jovencitas igual de marihuaneras a él , a las que sigue con su mirada y su lengua libidinosa, y a las que al no tener plata, les puede ofrecer un porro a cambio de un rato. El trueque siempre vigente. "Cuál es el afán" Dice "si con sesenta y ocho estoy en mi medio día. Está probado que se llega a vivir hasta los ciento veinte" Pero en el fondo sospechará que con esa fumadera y ese inveterado gusto por el aguardiente y las riñas, sesenta y ocho son un milagro, y que aspirar a los ochenta y aún tener alientos para sus faenas es un despropósito. Pero, todo un filósofo del goce, confía en que la sabiduría de Dios o de la naturaleza, al concebir al hombre, lo dotó de insospechados mecanismos de placer que aflorarán cuando otros mengüen, para que el deseo siga sus impulsos aún en un cuerpo mermado por el tiempo, y que quién sabe, quizá las cenizas conserven alguna capacidad para el deleite.
© Mauricio Arias correa
© Mauricio Arias correa