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El arte de vivir
De nuevo me siento aquí, con el alma desnuda,
Rasgando con la pluma las heridas del tiempo,
Reviviendo memorias que en su fría fuga
Dejan un rastro amargo de desvelo y tormento.

Los fantasmas del pasado me rodean en silencio,
Con sus manos heladas acarician mi frente,
Susurran en mis oídos lo que alguna vez fui,
Y en cada palabra, veo mi sombra latente.

Pero he aprendido, a fuerza de tanto dolor,
Que no se vence al pasado con simple indiferencia,
No basta con aceptarlo como un eco menor,
Sino abrazarlo con sincera reverencia.

En cada rostro espectral, veo mi propia tristeza,
El reflejo de un hombre que se aferra a su pena,
Pero también, en sus ojos, descubro la certeza
De que el dolor no es eterno, ni es inútil condena.

Porque la bondad no es sólo un acto de piedad,
Sino el gesto profundo de acoger con el alma
A esos espectros que, en su fría levedad,
Son parte de mi ser, mi calma y mi alarma.

Así, en la penumbra, dibujo con mis palabras
Un camino que me lleva al abismo de mi ser,
Y en ese viaje oscuro, descubro que son mis larvas
Las que alimentan la esperanza de volver a nacer.

Y en cada verso, en cada línea escrita con fervor,
Se mezclan la melancolía y el temblor de mi esencia,
Porque no sólo soy el hombre que sufre y guarda rencor,
Sino aquel que en sus sombras encuentra la paciencia.

Paciencia para entender que el dolor es un aliado,
Que en su amarga compañía, hallaré la redención,
Y que sólo acogiendo a esos fantasmas olvidados,
Podré, al fin, liberar mi espíritu en esta confesión.

Pero al lector que se adentra en estas palabras sombrías,
Le digo, con el corazón en la mano, que no todo es agonía.
Entre las sombras que habitan en nuestra mente,
También hay luz, aunque sea tenue y silente.

Ríe, amigo mío, porque la risa es un arma secreta,
Que rompe las cadenas de la pena discreta.
En medio del dolor, encuentra un motivo,
Para celebrar la vida, para sentirte vivo.

Sé feliz, no por ignorar los fantasmas del pasado,
Sino por entender que el dolor no es un eterno legado.
En cada sonrisa, en cada instante de alegría,
Reside la fuerza para vencer la melancolía.

Así que vive, ríe, y sé feliz, te lo imploro,
Pues en cada carcajada, el alma encuentra su decoro.
Y aunque mis palabras te lleven por caminos oscuros,
Recuerda siempre que en la vida, hay momentos puros.

Sonríe ante la adversidad, y deja que el sol,
Disipe las nubes que cargan tu corazón.
Porque en el balance entre tristeza y gozo,
Está el verdadero arte de vivir hermoso.
© @poemasagridulces