En esta noche oscura y silenciosa,
mi corazón late con esperanza ansiosa.
Aunque tu amor aún no es mío,
siento que nuestro destino está trazado en el rocío.

Tus ojos, ventanas a un alma desconocida,
me cautivan y me llenan de vida.
Cada mirada tuya es una promesa velada,
de un amor que aún no ha sido, pero que será dada.

Aunque ahora solo somos amigos distantes,
y el tiempo se escapa entre instantes,
guardo la fe en cada latido,
de que algún día, estarás conmigo.

A veces el silencio pesa, la espera duele,
pero la esperanza es una llama que no se apaga ni duele.
Porque creo en el destino y en lo que podría ser,
en un amor verdadero que solo necesita nacer.

En cada palabra no dicha, en cada gesto contenido,
veo un futuro donde juntos habremos vivido.
Así que seguiré esperando, sin perder la fe,
de que algún día, tu corazón y el mío se unirán, lo sé.

Hasta entonces, soñaré con tu risa y tu mirada,
mantendré viva la esperanza, nunca será negada.
Porque un amor como este, aunque tarde en llegar,
es un amor que vale la pena esperar.