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"Me había transformado en ese símbolo que lleva el corazón,
en ese amuleto del deseo... codiciado y envidiado por muchos...
y no sé si es por tu belleza, pues no hay razón,
solo sé que por ti escribo, dibujo, hablo con Dios y lucho.

En el tiempo transcurría el sentimiento veloz.
Candente era la musa que quería expresar,
jugar con la magia y transformar el arte en belleza,
pero con los prados de tu cuerpo, me hacía afilar la voz,
al terminar un poema, al comenzar a rezar.

Entre cada lágrima de tus dedos,
era alcanzable la paz,
y a la espera del sol se hacía el día vigente y audaz,
y muy compleja la espera,...