Y ahí estaba yo, viendo cómo sus preciadas lágrimas recorrían su agraciado y esbelto rostro.
Lágrimas que me hacían sentir único en este mundo.
Y aunque nunca había dependido sentimentalmente de alguien, esa noche con el escuchar el sonido de la lluvia al caer y sus lágrimas cristalinas recorrer su mejilla,
me sentí único por primera vez en la vida.
Y llegaban a mi mente cada palabra y promesas que emitieron mi boca en los días de alegrías, donde no podía decir ninguna palabra a causa del pensamiento y el amor.
Y me repetía: "Si esto es amor, durará para siempre".
Sin imaginar que el destino me deparaba lo contrario.
Porque de solo palabras firmamos el contrato de amarnos.

Ahora me doy cuenta que nada dura para siempre.
Pero el amor dura hasta que ya no es resiliente.
Te ame y eso me basta para decir.
Que te llevare conmigo para siempre.

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