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Ella siempre llama a la ventana de un sueño
La brisa siempre llama a la ventana de un sueño promisorio, y lo hace con cierta ternura no exenta de cortesía, con la misma rapidez con que el alma extiende sus alas justo cuando cierra lentamente sus ojos, y con esa forma suave y tan particular en la que suele desplegar la dulce y sedosa longitud de sus susurros. La brisa siempre llama a la ventana de un sueño promisorio, a veces de dos o de tres, y todo para contar sus respectivas novedades. Y así, en esa bella y aventurera tónica, de cuando en cuando, ella suele hablar de todas las pasiones que ha visto tras una cortina o junto al remanso de un río. Otras veces, debo decir, ella cuenta trivialidades, a veces sus más recientes obseciones, y a veces ronronea recuerdos de líquida textura. Sea como fuere, y aun si se halla en silencio, la brisa siempre querrá ir de aquí para allá, queriendo llamar a la ventana de un sueño, o queriendo enamorar a la flora ampulosa de la vida natural, la cual, desde luego, también se nutre con sus secretos.
© Miguel Ángel Guerrero Ramos