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La Tragedia de una Dama;
Bajo una noche muy estrellada;
llora una pobre dama, llora sin parar.
Ya sus ojos no lo pueden aguantar,
no lo resisten, lágrimas que se nublan
como neblina entre la seguera de
media noche.
Sus lágrimas son transparentes recorren
sus mejillas en busca del olvido.
Solo hay un dolor que crece en su corazón, inexplicable ya no la deja respirar.
Su llanto se a vuelto en Miles de melodías, sin los versos, ni los poemas que puedan aliviar la tristeza de su marchito corazón.
Solo en el silencio puede recordar la tristeza
que abunda en las notas musicales que
emite su latiente corazón.
Entre las canciones vacías y la falta de
melodia, crece absurdamente
el dolor.
Su alma se desnuda en la oscuridad de los
días y las noches crece lentamente
el dolor destruyendo los sentimientos
que abundaban en la presencia
del amor.
© Eduardo Guzmán
llora una pobre dama, llora sin parar.
Ya sus ojos no lo pueden aguantar,
no lo resisten, lágrimas que se nublan
como neblina entre la seguera de
media noche.
Sus lágrimas son transparentes recorren
sus mejillas en busca del olvido.
Solo hay un dolor que crece en su corazón, inexplicable ya no la deja respirar.
Su llanto se a vuelto en Miles de melodías, sin los versos, ni los poemas que puedan aliviar la tristeza de su marchito corazón.
Solo en el silencio puede recordar la tristeza
que abunda en las notas musicales que
emite su latiente corazón.
Entre las canciones vacías y la falta de
melodia, crece absurdamente
el dolor.
Su alma se desnuda en la oscuridad de los
días y las noches crece lentamente
el dolor destruyendo los sentimientos
que abundaban en la presencia
del amor.
© Eduardo Guzmán
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