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Desvaneciéndome
Hay un ventanal que permite pasar a la luz del día hasta desvanecerse con las estrellas, forma parte de un cuarto con objetos asoleados entre marrón y naranja.
La lámpara, la colchoneta de la cama donde estoy sentada, las cuatro paredes, el florero, todo es tibio para mi cuando lo veo.
Dejo que pasen las horas libremente, mirada fija a la nada, de repente al piso, y con un suspiro, le doy la bienvenida a las canas.
Las ganas me tocan el hombro, pero al no ver reacción, deciden sentarse conmigo a contemplar las líneas del piso, nos quedamos quietas, desaparecemos deshidratadas.
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