Acechada
Estaba ensimismada deseando,
mentalmente se entregaba al placer
en ésos brazos, sucumbiendo a las palabras
que brotaron de sus labios,
a la ardiente súplica susurrada.
¡Sería tan fácil dejarse llevar
por el vuelo de las mariposas
que poblaban su panza!
Hoy le carcome una duda,
la insatisfacción consigo misma la abruma.
Allí agazapada
cómo un gato negro
con ojos amarillos
está la culpa.
La mira fijamente
con las grandes pupilas dilatadas en tenebrosa amaurosis.
Éste es un nuevo sentimiento,
la acecha en silencio,
sin descanso la tortura.
Es cuándo sabe que la atacará directo a la garganta,
su cobardía la señala.
Descubrió ipso facto, cómo epifanía,
qué era lo que la embargaba.
CULPA de perder el tiempo, de no darse por temor,
de ocultar sus sentires,
de una vida postergada.
El gato se estira desperezandose,
esconde sus uñas,
pero no se va,
nada cambia.
© yisetclavel
mentalmente se entregaba al placer
en ésos brazos, sucumbiendo a las palabras
que brotaron de sus labios,
a la ardiente súplica susurrada.
¡Sería tan fácil dejarse llevar
por el vuelo de las mariposas
que poblaban su panza!
Hoy le carcome una duda,
la insatisfacción consigo misma la abruma.
Allí agazapada
cómo un gato negro
con ojos amarillos
está la culpa.
La mira fijamente
con las grandes pupilas dilatadas en tenebrosa amaurosis.
Éste es un nuevo sentimiento,
la acecha en silencio,
sin descanso la tortura.
Es cuándo sabe que la atacará directo a la garganta,
su cobardía la señala.
Descubrió ipso facto, cómo epifanía,
qué era lo que la embargaba.
CULPA de perder el tiempo, de no darse por temor,
de ocultar sus sentires,
de una vida postergada.
El gato se estira desperezandose,
esconde sus uñas,
pero no se va,
nada cambia.
© yisetclavel