Cuando todo luzca perdido...
cuando te hayes desorientado, con frío,
y agotado de tanto exceso de barbarie;
cuando caigas preso del pesimismo,
más acérrimo y recalcitrante;
cuando tus fuerzas hayan menguado,
y cedido ante el lastre del pecado;
cuando el peso de la maldad humana,
te haya desgastado, consumido y aplastado;
cuando no hayes luz por ningún lado...
Recuerda...
que El más Poderoso de todos,
está contigo, a tu favor,
y no te ha olvidado...
ni mucho menos abandonado.
Que mientras respires,
y conserves la consciencia...
habrá esperanza.
Que El que hizo todas las cosas...
El que te engendró con Amor,
a su imagen y semejanza;
El que te anhela en su larga espera,
y aún confía en ti, en tu buena elección,
para que dirijas tu mirada a Él...
y vuelvas a Casa.
El que no se cansa de esperar,
el retorno de todas sus ovejitas perdidas,
diseminadas...
por entre la densa oscuridad del mundo.
El que se encuentra presto a ayudarte,
a transitar el camino del Reencuentro;
El que añora tu reflexión,
y convencimiento profuso,
de una vez por todas,
de que sin Él no hay posibilidad de salida,
que ni siquiera, y mucho menos...
podría existir y prosperar la Vida.
Que la maldad es opuesta,
y va en detrimento de la Luz divina...
la cual hace posible,
y es sinónimo de verdadera Vida.
Que no pueden coexistir ambas,
bajo un mismo techo o morada...
como no podrían hacerlo:
la escasez y la abundancia,
la penumbra y la luz,
el frío y el calor,
la sequía y el anegamiento,
ni lo extinto y la vida.
El que nunca se resignó a perderte,
El que por amor a ti, quiere ayudarte,
a que emprendas el camino de regreso;
El que quiere volver a verte...
y abrazarte muy fuerte...
Él...
sólo Él...
Jesucristo,
siendo la Perfección de Dios encarnada,
vino a vencer al mundo por nosotros.
Fue capaz de darlo todo por ti,
hace algo más de dos mil años,
cuando fue que se hizo carne,
y habitó entre nosotros...
como un hombre más;
y con el único motivo,
de venir a salvarnos y rescatarnos,
de la decadencia, el oprobio,
el ostracismo, el olvido y la muerte.
Sólo Él fue capaz...
de pasar un calvario atroz,
y por demás extremo,
hasta dar su vida humana en la cruz,
para que hoy tengamos la posibilidad,
de limpiar todos nuestros pecados,
con su sangre, y seamos salvos...
y obtengamos la Vida eterna a su lado,
dejando atrás la rebeldía, la osadía,
y esta torpe y absurda huida;
que sólo nos condujo al dolor.
Podremos estar seguros,
que nunca jamás,
habrá algo similar,
ni podría ser semejante,
a su inconmensurable Amor,
y Entrega total absoluta...
lo cual, sólo lo podría hacer...
un Padre perfecto,
para con sus amados hijos.

© 2024 Sermian
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