...

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La Divina Tragedia
CANTO I

La lanza luego hirióme y no recuerdo,
el sitio en que cayendo dí la vida,
y un momento, no ni tardo y lerdo,

El alma di por do me hirióme herida,
hiriéndome de más el triste pecho.
Oh, luego, mal, que comprendí partida,

Miraba al cielo, moribundo, estrecho,
cerráronse la vida de mis ojos,
y no ví más, el mundo fue desecho...

Y desperté en lo oscuro, entre manojos,
de yermas rocas y marchitas flores,
de negros tallos y pistilos rojos...

«Oh alma pobre mía, alma no llores...»
me dije presto; del temor lloraba,
«Oh, miedo, sal de ahí dónde tú mores»

«¿En dónde me hallo ahora?» desvariaba.
La noche oscura encegó mi vista,
ya nada pude ver, si algo miraba.






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