Las luces se encendieron
y las estrellas se alinearon.
Dentro del caos se formó un cúmulo estelar
transitada por la carretera de la alegria y la felicidad.

Las lluvias torrenciales volvieron
los fríos vientos llegaron.
Y el cúmulo estelar se volvió incapaz
de alejar la oscuridad.

Un millón de palabras dichas en la lobreguez
más ninguna era de gran nitidez.
El caos retorno, el cúmulo estallo
y mientras los causantes carcajeaban

la lavanda se esparció y detalló
un cúmulo estelar perfectamente imperfecto.

Un cúmulo estelar tan brillante
como un cielo reluciente
que alegra una noche triste,
una luz propia que brilla sin apuro,
a su ritmo y sin un infame cinismo.

Un refugio seguro en un mundo caótico
como un tesoro con las ideas más complejas
y llenas de creatividad.

Como un fuego que enseña a los demás
que no siempre ha de existir la oscuridad,
mientras brilla por si solo creando un bonito lugar.

Tal como un libro recién comprado
o el mar más cristalino que uno puede soñar.

Si, aquel cúmulo estelar que apesar de los dolores yacidos lucha sin descanso por paz.

Aquel cúmulo estelar perfectamente imperfecto
que cada paso que da crea una melodía digna de admirar.

© @call.me_owa