...

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Morado
La madera rústica
alza en alto la belleza
y a lo bajo encuentra
mentes que se bifurcan.
Las ramas leen
y tocan la arpa
de una copa morada:
esa mirada mustia
la que parpadea sin creer
con pestañas ajadas,
y la que atraviesa
por una vía delgada
mi pupila armada
de agua y cenizas.
Mezcla de prender
fuego la pena
y enterrar lo demás.

Del piano desvelado
nace un artista,
de la alma flechada
nace una poesía,
de las manos versadas
nacen obras maestras.
Y bajo un sol morado,
mis pies están destinados
a la tierra que se corroe,
a las piedras que ciegan,
a la vida que me abstrae.

El saber encuadrado
en una ventana sin gracia,
me susurra por la noche,
me grita por el día,
me sacude dentro suyo
y traza de morado
mi angustia
sin escrúpulos,
para abrir su orgullo
y saludar al borde
del delirio más humano:
una granada a punto
de explotar en el pulso,
la razón brotando por minuto
y casi nula al crepúsculo,
la bestia en un discurso
de sentido totalmente nulo.

Estos versos pronuncian
gotas de vida
para la infancia,
gotas de sudor
para el futuro
de adulto
que me depara.
En vano espera
un renegado más.
Pero se respira morado,
hoy y tal vez, solo hoy.

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