...

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Una vez conocí el amor majestuoso y divino del que todos hablan, fue tan apacible como efímero, que el primer beso duró dos segundos y yo prometí buscarlo en otra vida.
Se fue volando alto como un pichón en primavera, que hizo un nuevo nido y nunca regresó.
Mi corazón aún guarda cálido el antiguo hogar que amó por si algún día llega de visita a saludar.
Que la vida me dure una eternidad para seguirlo encontrando en esos lugares que nunca conocimos y en las palabras que siempre escribo, esperando se le parezcan.
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