Con el corazón en la mano, el alma en pedazos y las cuerdas vocales destruidas por los gritos sonoros y ahogados que jamás escuchaste, te perdono.


Te perdono por ser un idiota buscando felicidad, te perdono por utilizar cada trozo de mi y escurrir cada gota de mi aliento.


Te perdono por enamorarme, por hacerme sentir viva y olvidarme como si nunca existiera, como si de mi te escodieras pues soy peor que la propia espera, espera de la felicidad.


Te perdono por escabullirte en mi ser, en mi alma, en mi corazón, por hacer que mis ojos brillen, que mi piel se erice con un roce, que mis latidos se aceleren y mis manos tiemblen, que mis labios deseen tocar los tuyos, te perdono por herirme.


Pero, por lo que más te perdono, es por causar que mi mundo se cayera y mis fuerzas caducarán, por lo que más te perdono es por usar las peores palabras, querido Sahara.
© kbetzavethluque