#36: CONTEMPLACIÓN
Quisiera decirle a mi yo del pasado que simplemente es una fase.
Que los que te hieren sí te quieren pero no saben cómo hacerlo.
Pero hoy, en la cena, los brazos se desplomaron sin un ápice de duda.
Un vacío en el estómago, ojos cansados y mirando a la nada.
Y llegué a una conclusión: "ya no más".
Ni aunque fueras mi pariente o el amigo más cercano.
Ni aunque compartiéramos risas y poses divertidas en fotografías.
Ni siquiera los secretos o las lágrimas de risa y algunas de tristeza.
Se me pasó un poco más de un cuarto de vida justificando los malos días de otros.
Aceptando un sentimiento grisáceo que lentamente se convirtió en oscuro.
Disimulando el dolor, evitando el llanto ante la luz del día.
Me perfeccioné en el arte de decir "está bien, no pasa nada".
Y sí que pasa. Han muerto estrellas al final del alba.
Me he endurecido como una roca que es inmune a la lava.
Me he cansado de justificar y aceptar los vaivénes de destrato, de gritos o rostros que giran a un costado para invisibilizarme.
Dije "basta" para mis adentros.
Seguí masticando mi alimento.
Y medité todas aquellas veces en que me sentí insuficiente o una villana forzada.
Nunca entenderías cuánto dolor puede albergar mi alma.
Cuánto amor puede ser tan puro y límpido como un cielo después de la tormenta.
Cuánto podría yo, darte si te falta.
Podría librar batallas en tu nombre o levantarte y curarte las heridas.
Podría recibir la estocada para que nada te llegue.
Pero vos...quién quiera que seas en las hojas de mi vida.
No podrías.
Porque basta solo un segundo para que tu furia no reconozca mi nombre, mi rostro o tan solo quién soy en tu historia.
He recibido tu indiferencia y tu desdén.
He soportado tus gritos u ofensas.
Pero de mí nunca más recibirás el oro.
Te quedaran resonando estas últimas letras.
Pues, mi presente me hace ser ruda.
Porque un futuro me espera distinta, rebosante en osadía y no cobarde o sometida por cariño escueto y cambiante.
Mi pasado me lo agradecerá. Sé que sabe que me he cansado de llorar.
Que la vida se me pasa y no puedo tolerar que me robes la sonrisa, me regales dudas en cuanto a mi accionar.
Ya no espero unas disculpas ni tampoco una oportunidad.
Hoy se arranca de gajo todo vestigio de dolor mezclado con comprensión y aceptación.
No los acepto, no los quiero.
Me retiro de aquellos sitios donde mi valor es ultrajado.
No me importa si eres sangre o lazo amarrado a mi muñeca.
Ya es tiempo de despojarse de piedras que se han metido en la maleta.
Contemplo lo que fue hasta este entonces.
Y dije "ya no más".
Porque el día que te cansas, ya no luchas con aquellos que no pueden cambiar.
© Emilia R.B
Que los que te hieren sí te quieren pero no saben cómo hacerlo.
Pero hoy, en la cena, los brazos se desplomaron sin un ápice de duda.
Un vacío en el estómago, ojos cansados y mirando a la nada.
Y llegué a una conclusión: "ya no más".
Ni aunque fueras mi pariente o el amigo más cercano.
Ni aunque compartiéramos risas y poses divertidas en fotografías.
Ni siquiera los secretos o las lágrimas de risa y algunas de tristeza.
Se me pasó un poco más de un cuarto de vida justificando los malos días de otros.
Aceptando un sentimiento grisáceo que lentamente se convirtió en oscuro.
Disimulando el dolor, evitando el llanto ante la luz del día.
Me perfeccioné en el arte de decir "está bien, no pasa nada".
Y sí que pasa. Han muerto estrellas al final del alba.
Me he endurecido como una roca que es inmune a la lava.
Me he cansado de justificar y aceptar los vaivénes de destrato, de gritos o rostros que giran a un costado para invisibilizarme.
Dije "basta" para mis adentros.
Seguí masticando mi alimento.
Y medité todas aquellas veces en que me sentí insuficiente o una villana forzada.
Nunca entenderías cuánto dolor puede albergar mi alma.
Cuánto amor puede ser tan puro y límpido como un cielo después de la tormenta.
Cuánto podría yo, darte si te falta.
Podría librar batallas en tu nombre o levantarte y curarte las heridas.
Podría recibir la estocada para que nada te llegue.
Pero vos...quién quiera que seas en las hojas de mi vida.
No podrías.
Porque basta solo un segundo para que tu furia no reconozca mi nombre, mi rostro o tan solo quién soy en tu historia.
He recibido tu indiferencia y tu desdén.
He soportado tus gritos u ofensas.
Pero de mí nunca más recibirás el oro.
Te quedaran resonando estas últimas letras.
Pues, mi presente me hace ser ruda.
Porque un futuro me espera distinta, rebosante en osadía y no cobarde o sometida por cariño escueto y cambiante.
Mi pasado me lo agradecerá. Sé que sabe que me he cansado de llorar.
Que la vida se me pasa y no puedo tolerar que me robes la sonrisa, me regales dudas en cuanto a mi accionar.
Ya no espero unas disculpas ni tampoco una oportunidad.
Hoy se arranca de gajo todo vestigio de dolor mezclado con comprensión y aceptación.
No los acepto, no los quiero.
Me retiro de aquellos sitios donde mi valor es ultrajado.
No me importa si eres sangre o lazo amarrado a mi muñeca.
Ya es tiempo de despojarse de piedras que se han metido en la maleta.
Contemplo lo que fue hasta este entonces.
Y dije "ya no más".
Porque el día que te cansas, ya no luchas con aquellos que no pueden cambiar.
© Emilia R.B