Encerrando luciérnagas
para alumbrar mis noches,
hace tiempo que dejé
de intentar agarrar las estrellas.
Sentado en el suelo,
mirando hacia el techo,
me invento una Luna
en esta habitación.
Retándole al tiempo
a ver quien avanza más lento,
Pero vence Morfeo
y al fin cierro los ojos.
Y pongo mil clavos
para sujetar los lienzos,
de retratos borrosos
muertos en recuerdos.
Paisaje macabro
en angustia de invierno,
nevando en el centro
de mi corazón.
Se deshacen mis ojos
por estas mejillas,
gotas de agua y sal
que han secado el jardín,
donde brotan las hiedras
que agrietan mi suelo,
una nana en el viento
ululando...