Te amé
cada parte de tu cuerpo
cada parte de ti.
Hicimos historias en tus piernas,
mientras en mi rostro deseaba la lluvia de tu poesía.

Te admiré,
enloquecida por tu piel estaba,
por la ropa que te quitabas,
la forma en la que te expresabas,
la fantasía de tener a las diosas de rodillas
para que todos te traten como la divinidad que eres...

Adivinaré,
sé que sueñas conmigo
sé que anhelas llevarme al paraíso donde las nubes celebran con pétalos de lluvia.
Te gusta que la pluma sea el símbolo
y la astucia de la musa a la hora de desglosar
y quitarle al universo las excusas.

Tu cuerpo siempre será mi zona de confort
en la que siento mi paz sin invasión.
Quiero quedarme dentro de ti
y no hablo de sexo,
pero quiero quedarme dentro.

Te soñé
en noches de luna llena,
cuando las estrellas escribían nuestros nombres en el firmamento
y el viento traía susurros de promesas eternas.
Me embriagaba el aroma de tu piel
la dulzura de tu mirada,
esa mezcla perfecta de locura y calma que solo tú sabes conjurar.

Entre tantos adioses
ya no quedan más reencuentros
solo la sombra de un pasado que arderá en cada una de mis letras
siempre que los recuerdos felices
logren ponerme triste.

Y así van avanzando los sentimientos de la vida,
esos autóctonos que nos acoplan.
Siempre soñaré con Ángeles alrededor de mi piel
y versos cayendo de rodillas ante el mar, dejando corra la vid entre mi pecho
auxiliado de muchos problemas,
de recuerdos absurdos que viven...