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Una Fé oscura
Nuestros ojos esperan la era de la oscuridad, cuando sobrevendrá la ruina de las leyes y la ruptura de los marcos que subyugan los anhelos y los instintos más profundos del hombre. Nadie escribirá la historia de las libertades extremas de las que gozaremos cuando las miradas de los moralistas se atrofien ante la falta de luz. Ellos serán como esas lagartijas blancas y ciegas que viven en las profundas y húmedas cavernas donde solo escuchan los ecos de sus chillidos y el aletear de los murciélagos vecinos, que las ahogan en sus heces; sus almas raquíticas intentarán elevarse a fuerza de letanías y oraciones cargadas de odio y venganza, de envidia revestida de piedad y compasión. Pero no verán el ardor de las estrellas en el negro cielo, como ojos fosforescentes, bajo cuyas miradas indiferentes, nuestros espíritus alegres danzarán alrededor del fuego, al que habremos de arrojar a los dioses envejecidos y deformes que nos han aprisionado y han cercenado nuestra animalidad divina y revosante de fuerza.
La vida es un mal cuando no se tienen anhelos.
La vida es un mal cuando todos los anhelos han llegado a su total satisfacción.
Bendita la muerte que nos asiste en el hastío.


© Mauricio Arias correa