Era una noche de Halloween en una antigua mansión situada al borde de un bosque denso en Nueva Inglaterra. Las luces parpadeantes se enredaban en las ramas de los árboles como si los duendes mismos estuvieran intentando recoger el brillo de las estrellas. La mansión, con su fachada gótica y sus ventanas doradas, era el escenario perfecto para la elegante fiesta que atraía a los curiosos de todo el vecindario y más allá.

El gran salón era un despliegue de color y vida, adornado con telarañas brillantes y calabazas talladas que parecían cobrar vida en la penumbra. Risas y música llenaban el aire, mientras los invitados, desde espeluznantes magos hasta exuberantes parejas disfrazadas, danzaban al ritmo de melodías inquietantes. Sin embargo, entre todos ellos, había una figura que resonaba con una elegancia sobrenatural: la Dama de Verde.

Isabela, con su deslumbrante vestido esmeralda que caía en suaves ondas hasta el suelo, cortaba el aire con cada paso que daba. Su belleza era hipnotizante, sus ojos verdes chispeaban como esmeraldas bajo las luces titilantes. Atraía las miradas de todos, pero había algo en su presencia que sembraba un aire de melancolía en el ambiente festivo. Nadie sabía que detrás de esa sonrisa radiante se ocultaba un secreto sutil, un destino marcado por la tragedia.

La historia de Isabela estaba entrelazada con la del noble Marcos, un espíritu que había estado atrapado en el gran salón desde su prematura muerte hace siglos. Marcos, un joven noble, había conocido el amor verdadero con su prometida, la hermosa Isabella de su época. Sin embargo, un oscuro hechizo,...