Pasión en una escena.

Los días había pasado muy lentos para mi gusto, me encontraba en nuestra habitación cuando la puerta de la habitación se abrió, me pare de un tirón al ver a la persona objeto de mi deseo y corría a la puerta para recibirle, él me abrazó seguidamente me habló.
-Te deseo, Karla- Me dijo mientras me besaba al entrar en la habitación. Era la habitación que me había visto consumirme por el anhelo de tenerle a mi lado, las paredes que fueron testigos de mi soledad y tristeza.
-Y yo a ti, Damián- Le respondí soltándole la corbata.
Damián había estado de viaje por negocios por un mes completo, el deseo y la pasión había estado enfrascada en nuestros cuerpos por ese tiempo. Los cuerpos se anhelaban y se deseaban mutuamente.
Luego de quitar de un tirón su corbata le quité el saco, mi desespero era abrumador, mi cuerpo lo había extrañado pasé treinta días en una agonía interminable, muchas de esas noches hicimos sexo telefónico, pero minutos después de colgar mi cuerpo seguía anhelándolo. Cuando le iba a quitar su camisa, me detuvo.
-Nena, tranquila también me estoy quemando, pero quiero disfrutar el momento vamos despacio que tenemos toda la noche y más para saciarnos-
-Te deseo tanto que duele-
-Lo sé, te entiendo perfectamente. Todas esas noches te soñaba; en mis sueños te hacia mía una y otra vez. El sexo telefónico era emocionante, sin embargo, nada se compara con estar entre tus piernas, tu rodeando mi dureza con tus paredes vaginales calientes y húmedas-
-Así y yo he anhelado que te hundas en mi- Se lo digo mirándolo a los ojos.
Me deshago de su camisa soltando...