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Condenada por amarte en libertad
Amado Jesús, estoy frente a ti y no sé cómo hablarte.
Te siento por momentos en la soledad y el silencio, a solas contigo.
No me siento cómoda con espectadores, te quiero solo para mí, solo y únicamente para mí cuando se trata de una comunicación e intimidad contigo.

¿Está mal que ya no te encuentre en estos lugares?
¿Que me sienta juzgada en ellos sin tener ningún dedo señalándome?
¿Qué no pueda expresarme, por qué solo empiezo a protegerme?
Como una extraña en otro país que no es su país natal.

Tengo tantos malos recuerdos de asistir a estos lugares, tantas normas que desconocía de chica y que, si las incumplía, era "exhortada, corregida o mal mirada", todo para enseñarme cómo dirigirme a Dios, como si solo esa fuera la verdad absoluta.

Hoy que estoy aquí en un lugar concurrido de mi pasado, siento tanta rabia sin motivo, una ira incontrolable dentro de mí, un deseo de autoprotección ante los demás aquí presentes, unas hartas ganas de huir, como si esas ocasiones fueran a ocurrir nuevamente, a repetirse.

No me gusta el bullicio, el gentío, la luz, todo esto físico que me separa de una intimidad espiritual contigo, es como ir a una cita cero romántica y para nada planeada.

Me gusta que, cuando te hablo, me sienta escuchada y sé que en este momento me estás escuchando, soy tal vez yo la que no te escucha porque no está en su hábitat habitual.

¿Está mal ya no encontrarte por aquí?, Donde estás presente más físicamente que en cualquier otro lado
¿Está mal si te busco donde siento esa conexión inquebrantable?
¿Si te busco en la naturaleza, en los animales, en los ancianos, en los atardeceres, en la sonrisa de un niño, en mis idas a la universidad en el bus o mientras creo un poema, en mis rutinas de mañana, en mis podcasts, en mi música?

¿El que te romantice tanto?
¿No eres más que solo un templo?
¿Si es así, si estoy haciendo bien las cosas de encontrar te en todo mi día a día, por qué siento que alguien dentro de mí me juzga arduamente por no ser capaz de hablarte aquí y ahora?

Cuando era más chica y no sabía que era un juicio de otros sobre mis comportamientos (porque todo giraba en torno a la ternura que emana una niña buscando a Dios), en esas épocas sí me sentía cómoda y a ese recuerdo me quisiera aferrar, pero todo evoluciona, todo cambia en los humanos para bien o para mal.

¿Estaría mal entablar una oración, un cántico o una alabanza fuera de estos templos?
¿Comulgar y sentir plenitud en un campo abierto, danzando entre flores y callenos y escuchar tu llamado en el viento?
¿Por qué en la eucaristía ya no te encuentro, en los padres aburridos y obsoletos, en las largas horas de dirigir oraciones que parecen cuentos que no he creado yo con mi corazón de artista neto?
¿Está mal encontrarte en el arte que crea el hombre?
¿Y no confiar en la ideología que plantea otro mismo hombre?
¿Me condenaría, me condenarías por cambiar el modo de encontrar te?
¿Por apartarme, por redirigir mi manera de hallarte?

@Sellyah_Fénix

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