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Corazones en Tinieblas
En el sombrío reino de Azkarath, la poderosa reina demonio Mórriga gobernaba con mano de hierro. Su palabra era ley y su ira, temida por todos. Sin embargo, bajo su máscara de crueldad, Mórriga ocultaba un profundo anhelo, una soledad que la consumía.

Todo cambió cuando Leonel, un guerrero humano, fue capturado durante una incursión en el mundo mortal. Mórriga, intrigada por su valentía y desafío, lo llevó a su castillo para interrogarlo. Pero a medida que pasaban los días, las conversaciones entre ellos se volvían más profundas y revelaban verdades ocultas.

Leonel le habló a Mórriga de la belleza del mundo humano, de la compasión y el sacrificio. Mórriga, a su vez, le mostró a Leonel la libertad de abrazar su propia oscuridad y la intensidad de las emociones demoníacas. Poco a poco, un vínculo prohibido comenzó a formarse entre ellos.

Sin embargo, su conexión no pasó desapercibida. Zargoth, el despiadado general de Mórriga, veía a Leonel como una amenaza y una debilidad en su reina. Conspiró en secreto para deshacerse del humano y asegurar su propio ascenso al poder.

En una noche de luna roja, Zargoth y sus seguidores irrumpieron en los aposentos de Mórriga, dispuestos a matar a Leonel y a cualquiera que se interpusiera en su camino. Mórriga y Leonel lucharon valientemente, sus movimientos sincronizados en una danza mortal.

Pero la horda era demasiado numerosa. En un acto final de sacrificio, Leonel se interpuso entre Mórriga y una espada dirigida a su corazón. Con su último aliento, le confesó su amor eterno antes de desplomarse sin vida en sus brazos.

Mórriga, consumida por la ira y el dolor, desató todo su poder demoníaco, reduciendo a sus enemigos a cenizas. Pero la victoria tenía un sabor amargo, pues había perdido lo único que había dado sentido a su existencia.

En los días que siguieron, Mórriga se sumió en un estado de profunda melancolía. Gobernaba su reino con apatía, su fuego interior extinguido. Fue entonces cuando descubrió un secreto que Leonel le había ocultado: en sus aposentos, encontró un diario donde el guerrero había plasmado sus pensamientos y emociones.

A través de las palabras de Leonel, Mórriga comprendió el verdadero significado del amor y del sacrificio. Entendió que, aunque su tiempo juntos había sido breve, su conexión trascendía la vida y la muerte. Leonel le había enseñado a amar, y ese amor viviría en ella para siempre.

Con renovada determinación, Mórriga juró gobernar su reino con sabiduría y justicia, honrando el legado de Leonel. Aunque su corazón estaba destrozado, encontró consuelo en los recuerdos de su amor y en la esperanza de que algún día, en otra vida, podrían reunirse nuevamente.

Así, la historia de Mórriga y Leonel se convirtió en una leyenda en Azkarath, un testimonio del poder transformador del amor verdadero. Y en las noches más oscuras, se dice que se puede ver a la reina demonio contemplando las estrellas, susurrando el nombre de su amado guerrero, mientras una lágrima solitaria se desliza por su mejilla.

© Benjamin Noir