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"Qué Extraña Rosa"...
Titulo:
"Qué Extraña Rosa"

Autora:
Benyemal

Plantó un jardín en su casa
al ver que nadie las veía,
tenía rosas, jazmines y margaritas.
Tenía pocas al principio, pero vio que a nadie le interesaban,
que nadie las notaba.
Toda su vida juró y conjuró a la luna sus rosas transparentes y sus margaritas de cristal que solo ella podía ver.

Se preguntó muchas veces por qué nadie podía ver los rojos pétalos de las rosas; tan rojos como el crepúsculo más melancólico, o las margaritas más blancas que los cachetes pálidos de un bebé o la misma espuma de mar.

Se resigno a creer que solo ella podía verlas, pero, a veces, por las noches cruzaba por su mente, en un pequeño barco de papel, la idea de que no eran tan bellas, que tal vez por eso la gente no decía nada...
Pero se convencía, al volver a ver el sol, que eran invisibles, que solo ella las podía ver; y que sus rosas sí eran del rojo de los arreboles, y que sus margaritas eran tan blancas como las perlas, y sus jazmines azules más azules que las alas de las mariposas.

"Qué extraña rosa", dijo alguien.
Su corazón se partió en mil pedazos como un pétalo de cristal que estallaba contra el piso, como el pétalo de cristal que creyó conformaban a sus margaritas.

¿Tan horribles eran sus rosas y sus jazmines?

"Qué extraña rosa", hubiera deseado que nunca nadie las hubiera visto. Que todo fuera un juego de niños y todos habían jugado a Ignorar a las Rosas.
"Qué extraña rosa"; ahora sabía que no era un juego, que sí veían sus rosas y que al final estas eran más pálidas que la piel de un muerto y no tan rojas como las venas, que sus margaritas eran tan descoloridas y muertas; y que al final no eran tan blancas como los pies de una muñeca de porcelana.

Deseó que sus rosas, jazmines y margaritas fueran invisibles, o que volvieran a jugar a ese juego de ignorarlas, pero lo que más le dolía... es que nunca habían jugado a ese juego.


© Bubble