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Una Gárgola enamorada de un lycan.
Una Gárgola enamorada de un lycan.

Mientras miraba, escondida en el alfeizar de la Torre de Londres, la ciudad, mi fui corazón de piedra latía irregularmente. Siempre era lo mismo, renegaba al creador nuestra existencia, las gárgolas habíamos sido creadas en tiempos inmemoriales, habíamos sido vistos en los principios de la humanidad como dioses, ahora habíamos sido relegados a la mitología y al misticismo.
La existencia para nosotras las gárgolas femeninas ha sido dolorosa, nuestra sociedad está regida por una serie de normas o leyes caducas, que nos está llevando a la extinción, para nuestros machos solo servimos para la reproducción. A las pocas mujeres de nuestra raza, se nos entrega como esposa uno de los miembros más poderoso de nuestro pueblo, sin embargo, yo me negué, para mi suerte, mi padre, murió en una batalla contra los vampiros, dejando a mi madre viuda y a mí la libertad de escoger a mi pareja.
Lamentablemente, para mí, en nuestra especie no encuentro al macho que cubra mis expectativas. Todas las noches me poso sobre los edificios más altos de la ciudad en busca de un macho que cumpla con lo que busco, no me importa de qué especie sea, así fuese humano me acercaría a él.
Miro a la ciudad encontrando varios lugares abarrotados de humanos, los cuales son llamados bares, en estos día está muy concurrido, levanto el vuelo lo más alto posible para no ser vista por ojos curiosos. Al llegar a un edificio, veo un callejón cerca de un bar. Me dispongo a bajar, cuando el sonido de alas en movimiento me llega a los oídos, trato de esconderme, pero es demasiado tarde, me ha visto.
-Sabía que te encontraría –Coldstone, el hijo mayor de Greystone, nuestro líder me ha estado siguiendo en mis incursiones a la ciudad.
-Ve a seguir a otra gárgola. Hay chicas en la manada que desean ser tu pareja. Tu no me interesas -Trato de apartarlo, no obstante, al ser el principal guerrero de la manada es más fuerte que yo.
-Vas a exponernos ante los humanos, deja esa locura de buscar una pareja fuera de la manda -Trata de jalarme del brazo para llevarme con él.
-Mi madre me dio la libertad de escoger -Le inquiero.
-Greystone, mi padre elegirá por tu padre. Me ha pedido que te lleve ante su presencia -Trata de llevarme nuevamente, no obstante, tomo forma humana para escapar de su agarre. Al forcejear me resbalo cayendo al vacío, cuando soy agarrada por dos fuertes brazos, miro sobre mi hombro encontrándome con Owen.
-Quédate aquí, iré a hablar con él. Le ha pedido a su padre que seas su pareja. Quiere dar un ejemplo a las demás. Su padre no quiere que las demás mujeres tengan ideas como las tuyas -Le respondo con un asentimiento de cabeza, ya que la información que me ha dado apenas está siendo asimilada por mi cerebro.
Miro a Owen acercarse al que pretende ser mi pareja, ellos discuten, veo como Coldstone golpea a Owen y esa es mi señal para desaparecer, tal vez es muy cruel dejar a mi amigo a la merced de la gárgola más fuerte de la manada, él podrá soportar sus golpes ya que él es un guerrero también.
Corro en mi forma humana; me encuentro con lugar abarrotado de humanos, me mezclo entre ellos y entro sin ningún contratiempo, utilizando mis sentidos, percibo el olor de otras especies no humanas.
Me acerco a un lugar donde algunos se agrupan para interactuar entre ellos, me acerco el hombre al otro lado me pregunta que deseo tomar, le pongo una moneda de plata, él la mira, me sonríe y me entrega una botella.
-Esta moneda cubre todo lo que quieras tomar esta noche y si quieres algo de comer solo dilo y te lo consigo -Le sonrío y asiento con la cabeza.
Durante un rato analizo los movimientos de la gente en el centro del lugar, se mueven al ritmo de lo que ellos llaman música, trato de asimilar mi entorno, trato de moverme al son de la música, las personas a mi alrededor me dan espacio, por mi raza soy más alta que una mujer humana. La música es lenta y decadente, ¡me gusta! Unos minutos después un cuerpo más grande que el mío se pega a mi espalda, por su aroma no es gárgola, por su calor no es humano, el olor que inunda mis fosas nasales me excitan calentando mi cuerpo de roca, sus manos recorren mi cuerpo y yo me dejo hacer, todo desaparece a mi alrededor.
-Eres nueva por aquí, nunca te había visto -Ronronea en mi oreja.
-S…si lo soy -Mi cerebro no quería trabajar, estaba colapsado por las sensaciones que este macho me provocaba.
-Nunca había olido a ninguna como tú, hueles diferente. Me tienes duro -Restriega si parte baja con mi trasero, excitándome aún más. Nunca ningún macho gárgola me había provocado tanto, como el macho a mi espalda.
-Ni yo -Respondí con sinceridad.
-Vamos a mi reservado -Entrelaza nuestras manos, llevándome...