Parte I: El Amor en su Apogeo
El sol se deslizaba lentamente hacia el horizonte, tiñendo el cielo con tonos de oro y púrpura, mientras Marcos y Valeria caminaban de la mano por la orilla del lago. Cada paso que daban, se sentía como una danza delicada, una sincronía perfecta entre dos almas que habían encontrado en el otro su complemento ideal. El viento jugaba con el cabello de Valeria, haciendo que cada mechón brillara con la luz del crepúsculo, y Marcos no podía apartar la mirada de ella.
Valeria era la encarnación de la alegría para Marcos. Su risa, dulce y cristalina, resonaba en su pecho, haciéndole sentir que, mientras estuviera con ella, no había nada en el mundo que no pudiera enfrentar. Compartían secretos, sueños y promesas de un futuro juntos, un futuro que ambos anhelaban con una pasión que solo la juventud puede ofrecer.
Los días de verano parecían interminables, llenos de aventuras y pequeños momentos de ternura que atesoraban como si fueran joyas preciosas. Una tarde, mientras descansaban en un claro del bosque cercano, Valeria se acurrucó junto a Marcos,...
Valeria era la encarnación de la alegría para Marcos. Su risa, dulce y cristalina, resonaba en su pecho, haciéndole sentir que, mientras estuviera con ella, no había nada en el mundo que no pudiera enfrentar. Compartían secretos, sueños y promesas de un futuro juntos, un futuro que ambos anhelaban con una pasión que solo la juventud puede ofrecer.
Los días de verano parecían interminables, llenos de aventuras y pequeños momentos de ternura que atesoraban como si fueran joyas preciosas. Una tarde, mientras descansaban en un claro del bosque cercano, Valeria se acurrucó junto a Marcos,...