"Time Chariot", El Carro del Tiempo
#WritcoStoryPrompt113
En un mundo donde el tiempo mismo era una entidad tangible, existía un tren mítico conocido como el "Time Chariot", también conocido como el Carro del Tiempo. Se decía que esta majestuosa locomotora poseía el poder de transportar a los individuos a puntos cruciales de sus vidas, donde se enfrentarían a la decisión de elegir entre dos caminos contrastantes. Poco sabía nadie, estos caminos representaban la dualidad de resultados positivos y negativos. Un fatídico día, me encontré parado en medio de una vía férrea desolada, hipnotizado por la vista del Carro del Tiempo acercándose. Su exterior dorado brillaba bajo los rayos del sol, mientras sus ruedas giraban con un ritmo hipnótico. Sabía que tenía que tomar una decisión, pero la incertidumbre me carcomía las entrañas.
Mientras las ruedas del Carro chirriaban en las viejas vías del tren, me encontré parado justo en el medio del camino, envuelto en confusión. Fue un momento peculiar, consciente de los dos lados que se avecinaban, pero sin idea de su verdadera naturaleza. Tal decisión de una fracción de segundo podría alterar el curso de mi viaje a través del tiempo, pero no tenía indicaciones que me guiaran hacia la elección positiva o negativa.
Mientras reflexionaba, noté dos plataformas de la estación a cada lado de la vía, ambas aparentemente idénticas. Sin tener idea de qué lado representaba la positividad o la negatividad, no pude evitar sentir un nudo de ansiedad formándose en mi estómago. ¿Cómo podría alguien tomar una decisión que definiría toda su existencia sin ninguna certeza?
El conductor, una figura sabia y enigmática, salió del Carro del Tiempo y se acercó a mí con una sonrisa astuta. "Ah, viajero del tiempo", dijo, su voz resonando en el aire. "La elección que tienes por delante es una de verdadero significado trascendental. Una vez hecho, puede alterar el tejido mismo de tu ser. Pero no temas, porque el tren te guiará intuitivamente".
Con esas palabras crípticas, el conductor desapareció en el aire, dejándome solo con mis pensamientos enredados. Subí cautelosamente a la plataforma a mi izquierda, mientras las puertas del Carro del Tiempo se abrían en armonía. Al entrar, un torrente de oscuridad me envolvió, sofocando mis sentidos. El tren gimió y crujió como una reliquia embrujada. Comencé a percibir fragmentos de mi pasado, recuerdos nublados por el arrepentimiento y oportunidades perdidas. Quedó claro que este lado simbolizaba un camino de negatividad, un recordatorio inquietante de las consecuencias de las decisiones pasadas. Rápidamente, me retiré, mi corazón latía con fuerza en mi pecho. La duda me consumía, pero la esperanza aún parpadeaba en mi alma. Respiré hondo y me acerqué a la plataforma de la derecha, decidido a abrazar lo desconocido. Cuando entré en el segundo auto, una ola de calor me envolvió, y una sinfonía de risas y alegría llenó el aire. Las ventanas del Time Chariot revelaron atisbos de un futuro rebosante de infinitas posibilidades. Se hizo evidente que este reino encarnaba el camino positivo, un lugar donde los sueños florecían y las oportunidades florecían. En ese momento, una comprensión me inundó como una suave ola en las orillas de la iluminación. La elección entre lo positivo y lo negativo no fue una cuestión de mera casualidad o conjeturas, sino más bien una prueba de nuestra propia resistencia y fe en lo desconocido. Fue un recordatorio de que incluso en tiempos de incertidumbre, tenemos el poder de dar forma a nuestros propios destinos, de elegir el camino que se alinea con nuestros deseos más verdaderos.
A medida que pasaban los segundos, me di cuenta de que en el reino del tren del tiempo, no había un lado correcto o incorrecto, ningún camino inherentemente positivo o negativo. Fue un viaje de contrastes, donde lo positivo y lo negativo coexistieron, cada uno ofreciendo oportunidades y desafíos únicos. La decisión ahora no dependía de qué lado elegir, sino más bien de mi propia resistencia y adaptabilidad para navegar por los giros y vueltas impredecibles que se avecinaban. Y así, a medida que el tren del tiempo avanzaba, me aventuré en el reino de las infinitas posibilidades, armado con la fuerza obtenida de mi vacilación momentánea. Al final era mi propia elección trascender los límites impuestos por la naturaleza binaria de la decisión. El tren del tiempo me llevó hacia adelante, no solo a un solo destino, sino a una multitud de destinos moldeados por mi propia perspectiva y resistencia.
Con una claridad recién descubierta, el viaje había concluido pues ciertamente en mi alma por fin había llegado a mi destino. Así que bajé sin dudar, salí de las vías del tren, abrazando lo desconocido con una determinación inquebrantable. Abracé el poder dentro de mí para cultivar la positividad en cualquier situación, para convertir la negatividad en valiosas lecciones de vida y para forjar mi propio destino, independientemente del camino en el que me encontré.
Al salir del Time Chariot, me bajé de la plataforma, ya no agobiado por el miedo a la incertidumbre. Llevé conmigo la sabiduría del Carro del Tiempo, sabiendo que las lecciones más profundas de la vida no radican en la certeza de nuestras elecciones, sino en el coraje que poseemos para abrazar lo desconocido y forjar nuestro propio destino.
Así que, querido lector, la próxima vez que te encuentres en una encrucijada, recuerda el Carro del Tiempo y la lección que impartió. Elige sin miedo, porque dentro del abrazo de la incertidumbre se encuentra la clave de la verdadera trascendencia.
... Y esto me hace recordar algo que me enseñó un viejo amigo:
"Dos caminos se abrían en un bosque,
elegí…
elegí el menos transitado de ambos,
Y eso supuso toda la diferencia." (Robert Frost)
Último aviso, Pasajeros al Tren!
© Sonny Victoria
En un mundo donde el tiempo mismo era una entidad tangible, existía un tren mítico conocido como el "Time Chariot", también conocido como el Carro del Tiempo. Se decía que esta majestuosa locomotora poseía el poder de transportar a los individuos a puntos cruciales de sus vidas, donde se enfrentarían a la decisión de elegir entre dos caminos contrastantes. Poco sabía nadie, estos caminos representaban la dualidad de resultados positivos y negativos. Un fatídico día, me encontré parado en medio de una vía férrea desolada, hipnotizado por la vista del Carro del Tiempo acercándose. Su exterior dorado brillaba bajo los rayos del sol, mientras sus ruedas giraban con un ritmo hipnótico. Sabía que tenía que tomar una decisión, pero la incertidumbre me carcomía las entrañas.
Mientras las ruedas del Carro chirriaban en las viejas vías del tren, me encontré parado justo en el medio del camino, envuelto en confusión. Fue un momento peculiar, consciente de los dos lados que se avecinaban, pero sin idea de su verdadera naturaleza. Tal decisión de una fracción de segundo podría alterar el curso de mi viaje a través del tiempo, pero no tenía indicaciones que me guiaran hacia la elección positiva o negativa.
Mientras reflexionaba, noté dos plataformas de la estación a cada lado de la vía, ambas aparentemente idénticas. Sin tener idea de qué lado representaba la positividad o la negatividad, no pude evitar sentir un nudo de ansiedad formándose en mi estómago. ¿Cómo podría alguien tomar una decisión que definiría toda su existencia sin ninguna certeza?
El conductor, una figura sabia y enigmática, salió del Carro del Tiempo y se acercó a mí con una sonrisa astuta. "Ah, viajero del tiempo", dijo, su voz resonando en el aire. "La elección que tienes por delante es una de verdadero significado trascendental. Una vez hecho, puede alterar el tejido mismo de tu ser. Pero no temas, porque el tren te guiará intuitivamente".
Con esas palabras crípticas, el conductor desapareció en el aire, dejándome solo con mis pensamientos enredados. Subí cautelosamente a la plataforma a mi izquierda, mientras las puertas del Carro del Tiempo se abrían en armonía. Al entrar, un torrente de oscuridad me envolvió, sofocando mis sentidos. El tren gimió y crujió como una reliquia embrujada. Comencé a percibir fragmentos de mi pasado, recuerdos nublados por el arrepentimiento y oportunidades perdidas. Quedó claro que este lado simbolizaba un camino de negatividad, un recordatorio inquietante de las consecuencias de las decisiones pasadas. Rápidamente, me retiré, mi corazón latía con fuerza en mi pecho. La duda me consumía, pero la esperanza aún parpadeaba en mi alma. Respiré hondo y me acerqué a la plataforma de la derecha, decidido a abrazar lo desconocido. Cuando entré en el segundo auto, una ola de calor me envolvió, y una sinfonía de risas y alegría llenó el aire. Las ventanas del Time Chariot revelaron atisbos de un futuro rebosante de infinitas posibilidades. Se hizo evidente que este reino encarnaba el camino positivo, un lugar donde los sueños florecían y las oportunidades florecían. En ese momento, una comprensión me inundó como una suave ola en las orillas de la iluminación. La elección entre lo positivo y lo negativo no fue una cuestión de mera casualidad o conjeturas, sino más bien una prueba de nuestra propia resistencia y fe en lo desconocido. Fue un recordatorio de que incluso en tiempos de incertidumbre, tenemos el poder de dar forma a nuestros propios destinos, de elegir el camino que se alinea con nuestros deseos más verdaderos.
A medida que pasaban los segundos, me di cuenta de que en el reino del tren del tiempo, no había un lado correcto o incorrecto, ningún camino inherentemente positivo o negativo. Fue un viaje de contrastes, donde lo positivo y lo negativo coexistieron, cada uno ofreciendo oportunidades y desafíos únicos. La decisión ahora no dependía de qué lado elegir, sino más bien de mi propia resistencia y adaptabilidad para navegar por los giros y vueltas impredecibles que se avecinaban. Y así, a medida que el tren del tiempo avanzaba, me aventuré en el reino de las infinitas posibilidades, armado con la fuerza obtenida de mi vacilación momentánea. Al final era mi propia elección trascender los límites impuestos por la naturaleza binaria de la decisión. El tren del tiempo me llevó hacia adelante, no solo a un solo destino, sino a una multitud de destinos moldeados por mi propia perspectiva y resistencia.
Con una claridad recién descubierta, el viaje había concluido pues ciertamente en mi alma por fin había llegado a mi destino. Así que bajé sin dudar, salí de las vías del tren, abrazando lo desconocido con una determinación inquebrantable. Abracé el poder dentro de mí para cultivar la positividad en cualquier situación, para convertir la negatividad en valiosas lecciones de vida y para forjar mi propio destino, independientemente del camino en el que me encontré.
Al salir del Time Chariot, me bajé de la plataforma, ya no agobiado por el miedo a la incertidumbre. Llevé conmigo la sabiduría del Carro del Tiempo, sabiendo que las lecciones más profundas de la vida no radican en la certeza de nuestras elecciones, sino en el coraje que poseemos para abrazar lo desconocido y forjar nuestro propio destino.
Así que, querido lector, la próxima vez que te encuentres en una encrucijada, recuerda el Carro del Tiempo y la lección que impartió. Elige sin miedo, porque dentro del abrazo de la incertidumbre se encuentra la clave de la verdadera trascendencia.
... Y esto me hace recordar algo que me enseñó un viejo amigo:
"Dos caminos se abrían en un bosque,
elegí…
elegí el menos transitado de ambos,
Y eso supuso toda la diferencia." (Robert Frost)
Último aviso, Pasajeros al Tren!
© Sonny Victoria