...

4 views

Una historia de amor que comienza por el final.
No lo sé, solo paso.

Paso lo que pensé que jamás iba a ocurrir, lo que jamás me imaginé. Al escuchar un silencio de segundos, pero eterno, oí frases más sentimentales y profundas que un "te quiero".

Ahí, sentí que el poco amor que apenas estaba armando después de comenzar un año con el pie izquierdo, se rompía y se caía como arena en un reloj de arena al pasar el tiempo.

No tenía palabras audibles que decir después de escuchar algo tan fuerte y proveniente de la persona que más amas aquí. 

Podía actuar de muchas formas, pero actué calmado, maduro y tranquilo. 
Pero en realidad por dentro me quería morir, quería gritar tan fuerte que mis cuerdas vocales se desgastaran y sufrir, quería olvidar lo que escuche, seguir la historia del cuento y oír un “Todo está bien, Despierta Daiel".

Sin embargo, la realidad era diferente, en mi mente viajaban pensamientos efímeros de ira, dolor, decepción y obligadamente me enamoraron para dejarlo todo y olvidar, pero mi sangre al callar te llama para recordar. 

Mis latidos resuenan tu nombre al respirar.
Mis ojos al cerrarlo recuerdan momentos bellos sin igual.
Mi boca es trabada al hablar, por pensar en alguien que no puedo olvidar.
Mi alma hace una perfecta conexión con la tuya.
Mi mirada ve tus ojos y piensa que está viendo a la luna.
Y esa fría brisa es la que me hace recordar esos lunares hermosos cerca de tu mejilla. 
Ese lunar en tu espalda, parte baja, que solo lo veía cuando estábamos a solas y en escondidas.
"Mi ego y orgullo te odian, pero mi alma, mi cuerpo y mi ser, te llama y te ama".
 
La verdad un verdadero amor se trata de pelear y mejorar. 
Reconocer errores, aprender y no volver atrás. 
Espero y confío en ti, para que mejores y no lo vuelvas hacer más. 
Que vivas en felicidad y no en extrañar. 
Que rías cuando todo va mal. 
Aunque ya no será conmigo. 

Te amo tanto que quiero verte sin mí. 
Que te cases y tengas una hija, a la cual la llames Elizabeth por ti.
Que cumplas esos sueños que con sonrisa y huecos en las mejillas me recitabas cada día.
Sabiendo que por mi parte no hay rencor, sino alegría. 
Porque el fácil guardar odio por todas las ofensas de tu parte. 
Pero sería hipocresía, porque incontables veces te prometí amarte. 
Espero y tengas la oportunidad de tener un amor recíproco de verdad.
Y que esta palabra nunca nadie la vuelva a entonar: "Hasta el último segundo de nuestras existencias, el odio se apoderó de ti".

© IGDL LEINAD