"Compañeros en el Fin del Mundo"
La tierra estaba cubierta de un silencio sepulcral, un eco persistente del caos que había reinado hace solo unos meses. La mayoría de las ciudades habían caído en la desesperanza, y lo que solía ser una bulliciosa metrópolis se había convertido en un laberinto de escombros y sombras. A través de esta desolación, caminaba Clara, una chica de apenas diecisiete años, acompañada por su fiel perro, Max, un labrador mestizo que había sido su compañero desde la infancia.
Clara miró hacia el horizonte; un cielo gris oscurecía más cada día, como si recordara la tristeza de la humanidad. Antes del cataclismo —un evento catástrofico que había destrozado el mundo tal como lo conocían—, su vida era normal, llena de risas, amor y sueños. Sin embargo, la vida le dio un giro inesperado, y el sol que una vez iluminó su futuro ahora solo podía ser visto como un recuerdo lejano.
Juntas, Clara y Max habían aprendido a sobrevivir en esta nueva realidad. Cada día representaba un desafío: encontrar comida, agua y un refugio seguro. La resiliencia se había convertido en su mantra. Mientras exploraban las ruinas de lo que solía ser una tienda de abarrotes, donde las estanterías estaban vacías, Clara recordó el tiempo en que llevaba a Max a pasear al parque. Los días en que todo era simplemente... vivir.
"Vamos, chico, tenemos que encontrar algo antes de que anochezca", le dijo, acariciando la cabeza de Max, quien la miraba con sus...
Clara miró hacia el horizonte; un cielo gris oscurecía más cada día, como si recordara la tristeza de la humanidad. Antes del cataclismo —un evento catástrofico que había destrozado el mundo tal como lo conocían—, su vida era normal, llena de risas, amor y sueños. Sin embargo, la vida le dio un giro inesperado, y el sol que una vez iluminó su futuro ahora solo podía ser visto como un recuerdo lejano.
Juntas, Clara y Max habían aprendido a sobrevivir en esta nueva realidad. Cada día representaba un desafío: encontrar comida, agua y un refugio seguro. La resiliencia se había convertido en su mantra. Mientras exploraban las ruinas de lo que solía ser una tienda de abarrotes, donde las estanterías estaban vacías, Clara recordó el tiempo en que llevaba a Max a pasear al parque. Los días en que todo era simplemente... vivir.
"Vamos, chico, tenemos que encontrar algo antes de que anochezca", le dijo, acariciando la cabeza de Max, quien la miraba con sus...