...

6 views

suéter raído
Los hechos que se narran pudieran haber sido un día cómo martes o jueves o lunes - puede llegar a ser indeterminativo.
Me encuentro agobiado, estresado, exhausto, cabizbajo y tal vez irascible, dado el sobrepeso del trabajo, los gastos inoportunamente recurrentes, aunado a trastornos y lobos internos que no deben salir a la luz, lamento el exabrupto.
Insomnio. Insomnio. Suena la alarma a lo que maldigo el #&@% ruido, me levanto de mala gana, casi me doy un trancazo, "esto apesta" - pienso, entro a la ducha, cuando creo que el agua está regulada y yo ya con jabón, chorro de agua caliente, sigo destilando improperios. Terminar. Vestir. Desayunar parece insípido. Recoger útiles. Salir. Justo a unos pasos de la estación me rechazan dos colectivos. Espera de diez eteeernos minutos.
Reviso el reloj ya voy tarde. Me recuerdan por teléfono que pase por suministros. No muy lejos del trabajo hay una localidad donde alguna gente deja abrigos para personas necesitadas, sin embargo ese día sólo está un suéter raído, un poco sucio, esto me altera más de lo que ya estoy, una sensación como rabia o algo parecido a venganza, oigo un comentario: "éste señor diario deja uno". Lo comprobaría yo.
Día siguiente casi la misma rutina, excepto salgo con holgura de tiempo y llevo un suéter para donar- como para inflar mi ego, no porque lo haya deseado en realidad.
Me detengo junto a la percha donde hay abrigos, alguien dice a mi espalda: "vamos a ver que trae el señor del suéter diario", en verdad espero que se acerque un tipo con un tono burlón o cierto aire de supremacía, para mitigar la espera había pasado a una barra de café, de esas franquicias caras, solamente por gula compre un pastelillo y un emparedado.
Veo a un señor muy diferente a la imagen que me había hecho, juzgue un libro por su portada, dicho y hecho, como si de un ritual se trátase, se quitó un suéter café raído y lo colgó, a lo que le pregunto:
-¿Por qué ha dejado el abrigo que traía?
- verá, cada uno de mi familia y yo, ya tenemos un suéter, pero me he topado con gente que pasa más frío que nosotros, entonces prefiero saber que alguien que en verdad lo necesite, lo usa.
Me quedé atónito, le agradecí, le dí las viandas que traía y colgué el abrigo, ahora sí con deseos de donar.
El agradecimiento a este personaje, fue por una lección que me hizo recapacitar.

Nuestro Salvador no nació en la riqueza, debemos ser humildes de corazón y generosos en los actos, es ahí donde radica el espíritu navideño.

Me di cuenta que fui egoísta, debí ser más agradecido por el techo, la cama, la comida, el trabajo.

No está por demás desearles de todo corazón que valoren sus familias, sus amigos pero sobretodo sean agradecidos.

Muchas gracias por su tiempo y su atención.

Felices fiestas.

Que el espíritu del Niño Dios te bendiga y colme tu hogar, tu corazón y tu familia.
© Rener Ramz