...

1 views

La loca Inés
LA LOCA INÉS

Había una vez en un pequeño pueblecillo a las orillas de la antigua Sevilla una mujer humilde cuyo nombre era Inés, había quedado huérfana desde Muy temprana edad, vivía con su marido desde hacía ya diez años pero No había logrado concebir un hijo, motivo por el cuál solía amargarse la vida.
Inés era una mujer muy humilde, esposa de un leñador tan solo dos años mayor que ella, habíanse conocido hacía más de diez años mientras esta trabajaba en el campo, de sol a sol, arando las tierras de un viejecito del pueblo a cambio de una paga para poder vivir pues dormía donde le caía la noche por no tener casa, ni padres ni familia alguna que le acogirera en su morada.
Pero todo cambió cuando un humilde leñador de Sevilla la miró trabajando mientras este cambiaba su lugar de residencia a un lugar con más oportunidad de trabajar.
El joven leñador, cuyo nombre era Norberto pasaba por las tierras de arado, con su burro cansado de tanto caminar, pasaron cerca del rancho del viejecillo quien era patrón de Inés y al ver a la joven de tan solo 19 años de edad se detuvieron a pedirle un poco de agua para él y para su Burro, por lo cuál la joven les llevó hasta el poso que se encontraba cerca de ahí y sacó agua para él y para su Burro, tomó una vasija y le dió de beber al leñador.
Desde ese día, cada mañana al dirigirse al bosque Norberto pasaba por las tierras que trabajaba Inés con el pretexto de verla nuevamente, y así pasaron varias semanas.
Hasta que un día se decidió a hablarle. Se levantó temprano como cada mañana y se dirigió al bosque con su sierra y su hacha, pasó cerca de donde solía encontrar a la hermosa Inés pero en esta ocasión No la encontró.

Era aún muy temprano y no la encontró sino hasta en la tarde cuando iba de regreso a casa, llevando un poco de madera sobre sus espaldas y otro tanto sobre las espaldas de su asno.
Pasó cerca de las tierras de arado pero No había rastro de Inés, miró hacía la casa del propietario de las tierras y a lo lejos divisó a una Joven sacando agua del poso. Norberto puso el bulto de leña que cargaba en el suelo y se acercó a aquella joven mujer llevando consigo a su burro.
-Buenas tardes joven mujer, podría brindarme un poco de agua para Mi y para Mi sano?- pronunció de pronto al estar cerca de aquella jovencita.
A lo que aquella joven mujer excedió y sacó agua fresca del poso, sacó el cántaro y le dió de beber al joven para después servirle agua al burro en una cubeta.
En ese instante se percató de la belleza De aquella joven, y ambos se enamoraron.
Pasaron los días y cada mañana Norberto le daba los Buenos días a Inés al pasar por donde se encontraba ella, el cariño seguía creciendo día tras día, hasta que en una tarde mientras Inés había terminado su jornada laboral se encontraron en las orillas de un río y se sentaron en una gran roca a la orilla y se decidió a darle un beso, el primer beso de Inés.
- hermosa Inés, quiero darte una Vida digna- le dijo mientas sujetaba sus manos ampolladas por el trabajo pesado.
-vente a vivír conmigo, no tendrás que trabajar Nunca más, el pan no faltará en la mesa, la protección y el amor de mi parte jamás mermará y es una promesa que hago con lo más profundo de Mi corazón- estas palabras llenaron de ilusión a Irene, siempre soñó con que un príncipe encantador la rescatara de la pobreza, pero eran solo sueños de cuando era Niña, un sueño que se volvería realidad.
Esa noche mientras él patrón dormía, Norberto llegó por la Noche hacia el establo, donde dormía Irene y se fugaron de allí llevándose las escasas prendas de vestir que tenía.
Y así pudo Inés dedicarse a estar en su casa, no tuvo más que trabajar de sol a sol desgarrando sus manos por lo pesado del trabajo, Norberto cumplió su promesa, la trataba como a una reyna y era la adoración de su vida, dieron ocho años de gran felicidad, pero Inés y su marido anhelaban tener un hijo, pero el cielo no había respondido a sus súplicas, y la felicidad de aquella mujer se convertía en amargura al No poder darle un hijo a su esposo.
-estoy maldita, Mi vientre está vacío, nada puede nacer allí- repetía en sus Momentos de amargura, su esposo le consolaba y la llenaba de amor y palabras confortantes. -aún no es Nuestro tiempo - le respondía.
Hasta que llegó el día en que ella enfermó, y la tuvo que llevar al doctor en el siguiente pueblo y les dió la Buena noticia, habían concebido a un bebé, motivo que hizo que ese matrimonio fuera más feliz que antes, el cielo había respondido a las súplicas de la joven pareja.
Un día Mientras Norberto cortaba un viejo, frondoso y seco pino este cayó de golpe sobre la cabeza de Norberto provocándole la Muerte, dejando a una niña de escasos meses sin padre y a una joven sin marido que ahora era una joven viuda.
Irene supo sacar adelante a su hija haciendo las Mismas labores que su difunto marido por dos años, pero después de ese tiempo su cuerpo ya estaba muy cansado y no podía soportar tanto esfuerzo, motivo que la llevó a comenzar a trabajar limpiando casas de familias acauldaladas de Sevilla, pero no siempre la paga era buena, pero era suficiente para no morir de hambre.
Llegó un día en que un extraño Virus azotó en la Casa donde hacía limpieza y cayó en cama junto con la pequeña Niña de dos años y medio.
Pasaron dos semanas sin que pudiera trabajar, sin poder levantarse si quiera a conseguir el pan, un día al despertar se percató de que su pequeña hija quien dormía al lado había dejado de respirar, esto le hizo el Mundo venirse en pedazos, fué un golpe duro, la muerte de su esposo habíale afectado en sobre manera y ahora la muerte de su hija la había dejado muerta en vida.
Cada día iba a llorarle a su pequeña hija y a su marido al cementerio, uno al lado del otro, llegando al punto de la locura de tanto llorar.
Se le solía ver fuera de su casa con un bebé en brazos pero cuando los conocidos se acercaban a mirar solo veían que tenía una de las muñecas de su hija en brazos, arrullandola como si De una bebé se tratase. Desde entonces en el pueblo comenzaron a llamarle la loca Inés.
Algunos Muchachos en sus travesuras solían acercarse a su casa y robarle a la Muñeca cuando la dejaba sobre una silla o ella estaba dormida, y la loca Inés salía corriendo detrás de ellos, habíale pasado varias veces, por lo cual se le volvió un hábito apedrear a todo aquel que se acercara.
En cierta ocasión Mientras se efectuaba un sepelio pidieron ver a Inés cavando en la tumba de su hija para poder sacarla, pero los allí presentes lo evitaron, hablaron con ella y trataron de hacerle entender que su hija estaba Muerta y que lo que hacia no era correcto, pero ella No escuchaba, prefería ignorar.
Y así pasaron los años, la loca Inés era conocida en los pueblos cercanos, solía ser la Burla del pueblo, la gente a la que le pedía ayuda para alimentarse le negaba el más mínimo centavo.
En repetidas ocasiones se le escuchó hablarle a su muñeca a quien trataba como a una hija, le repetía que todo saldría bien y que pronto podrá darle de comer dignamente, Inés se negaba a despegarse de la muñeca a la cual siempre llevaba envuelta en una manta.
La gente No sentía piedad de Inés, su casa comenzaba a desmoronarse poco a poco pero nadie se dignaba a ayudarle, en fin era solo una Mujer loca, por las mañanas al amanecer se le podía escuchar llorando a Viva voz, lamentando su pobreza y las pérdidas de su esposo y su hija, parecía ser su único momento en que asimilaba su situación actual.
Era una época Del año en que hacia Mucho frío, la gente comentaba que Inés olía mal y por eso nadie Se le quería acercar, decían que el frío era solo un pretexto para No bañarse y que su esposo había Muerto por causa de su locura.
La tumba de su esposo estaba desecha, la Cruz estaba rota, y la tumba de su Hija No existía más.
Cada vez se le podía ver más y más delgada, más pálida y enferma, hasta que ya no pudo más, calló en cama por una neumonía que la hizo estar en cama hasta que sus ojos ya No Volvieron a abrirse al despertar.
A la gente le extrañó después de algunas semanas no volver a ver a la loca Inés por el pueblo o mendigando limosna.
Cierto día un grupo de jóvenes quiso pasar por su casa para hacerla enojar pero desde antes de llegar en fuerte olor llegaba hasta sus narices, un olor tan fuerte que les impedía entrar a la casa, así que corrieron al pueblo y le contaron a sus familias, después de varias horas se reunieron un grupo pequeño de personas decididos a ir a casa de Inés, y así fué, decidieron ir antes de que callése la tarde.
Al llegar hasta allí Vieron que los Vidrios de la ventana estaban rotos y parte de la pared estaba en Muy mal estado, el fuerte olor seguía ahí, uno de ellos un señor de unos cuarenta y tantos años decidió entrar soportando el fuerte olor que emanaba, detrás de él le siguieron dos hombres jóvenes, uno de ellos abrió la ventana y corrió la cortina para ver mejor, el hombre comenzó a acercarse a Inés, quien estaba sentada en una silla mecedora dándole la espalda.
-Inés, Inés. Está usted Bien? - repetía incesantemente aquel hombre Mientras se acercaba a paso lento.
Estando tan solo a unos pasos de ella le tocó el hombro -está usted bien? - repitió pero No obtuvo respuesta alguna, parecía que sus sospechas podían ser certeras.
Así que se puso frente de ella y se percató de que ya había dejado este Mundo, sus ojos estaban cerrados, pudo verlo aunque su cabello cubría parte de su rostro, los gusanos salían de su Cuerpo, por su nariz y su piel, los otros jóvenes quedaron sorprendidos al ver aquella trágica escena, Inés había Muerto con su Muñeca envuelta en la Misma cobija de siempre como si Hubiese Muerto meciendola, uno de los jóvenes le quitó la cobija de encima a la muñeca pero lo que vieron los dejó perplejos, al Mover la manta vieron que No había ninguna nunca, solo estaban los restos de su hija, el cráneo y su torso, algunos de sus Huesos cayeron al suelo.

© Manuel Andrés Pérez